Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 444

José también se iluminó, —Sí, vamos a buscarla.

Carmen giró los ojos y dijo: —Con todo lo que ha pasado en casa, ya saqué todos mis ahorros; ella también debería contribuir, ¿no es así?

Mirando a las tres personas con su justa causa, Gustavo visualizó la última vez que Ana había regresado a casa.

Indiferencia.

Era la indiferencia que uno tiene hacia un extraño.

Gustavo rió con desdén: —Ella no nos ayudará, no pierdan su tiempo buscándola.

Los tres se miraron desconcertados.

Todos vieron en los ojos del otro un mensaje: no querían vivir aquí y sufrir como antes, ni querían ser como esas personas comunes que veían a diario, ganando dinero sin sentido; eso sería demasiado deprimente.

Esa vida le podía gustar a Gustavo, pero ¿por qué Ana debería disfrutar de un alto estatus y un futuro prometedor con Alejandro en la ciudad A?

Ellos, en cambio, tenían que ingeniárselas para ganar dinero y pagar deudas.

¡No!

¡Iban a buscar a Ana!

—

Ana había dejado de lado los asuntos de la familia González y de vez en cuando escuchaba algún comentario sobre ellos.

Una familia poderosa que había quebrado; probablemente ya no se oiría más sobre ellos en la ciudad A.

Ana supo por boca de Eduardo que, después de la bancarrota de la familia González, habían acumulado una enorme deuda con muchos acreedores, y que la familia González no podría empezar de nuevo en esta vida.

Ahora que no tenían el liderazgo de Diego, y Gustavo estaba demasiado ocupado con sus propios problemas, la familia González no tenía ningún valor para ella.

Sergio quería insultar; ¿qué derecho tenía Ana para actuar con superioridad? ¿No es acaso que todo lo que tiene es por estar con un hombre? —Esto es darte una oportunidad, una oportunidad para que enfrentes las dificultades con nosotros, y cuando la familia supere esta crisis, serás vista como la persona que más contribuyó en la familia.

Ana miró fríamente a Sergio.

Realmente sigue siendo tan tonto como siempre.

—Vete.— Ana lo maldijo y empujó a José.

José, tomado por sorpresa, fue empujado, y para cuando reaccionó, Ana ya había subido al coche.

Los tres golpeaban la ventana del coche, gritando para que Ana bajara.

Ana les mostró el dedo medio y luego se le ocurrió algo.

Sacó su teléfono móvil, buscó un video, lo colocó contra la ventana del coche, y bajó un poco la ventana para que el sonido pudiera salir.