Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 468

—Hemos investigado y sabemos que ganas bastante dinero mensualmente trabajando con Don Fernando, y se dice que eres muy competente. Además, siendo la esposa de Alejandro, no debería ser un problema para ti prestarnos unos cuantos cientos de miles de dólares —dijo Sergio, con arrogancia potenciada por el alcohol.

Acostumbrado a días de despilfarro, ahora le duele incluso gastar diez dólares.

¡Realmente no quiere vivir así!

Ahora ni siquiera tiene la oportunidad de audicionar para un papel secundario en un rodaje; aquellas personas a quienes solía oprimir, ahora se burlan de él abiertamente.

Incluso los directores que antes lo respetaban, ahora critican su actuación, señalando que confiaba demasiado en su popularidad y nunca se esforzó por mejorar sus habilidades.

Incluso los actores secundarios actúan mejor que él.

Siempre en la cima, ahora realmente está sintiendo el golpe, un sabor amargo que cree que nadie más podría soportar.

Por eso necesita dinero.

Necesita mucho más dinero.

¡No quiere viajar en autobús!

Ana mira a los dos —Siguen siendo tan descarados.

—Todo esto es culpa tuya. Claramente podrías haber ayudado, podrías haber hecho que Alejandro nos ayudara, pero en cambio elegiste mirar desde la distancia sin hacer nada; todo es por tu culpa, ¿lo sabías? —grita Sergio.

Intentando intimidar a Ana con su voz encolerizada.

En realidad, la actuación de Sergio es realmente pésima.

Ana se da cuenta de que Sergio está fingiendo estar borracho.

De hecho, Sergio no está borracho en absoluto.

Gustavo simplemente permite que Sergio actúe como si el alcohol lo dominara; ni siquiera Sergio puede manejar este fuerte contraste, y Gustavo tampoco. Solía ser halagado y complacido dondequiera que iba, ahora es ridiculizado dondequiera que va; el trabajo de repartidor es demasiado duro y, en sus ojos, un empleo muy inferior.

Ambos se centran en Ana.

Pensaron que al mostrarle a Ana su miserable estado, ella los ayudaría.

—Si todavía fueran hijos de papá, tal vez la bella dama todavía les prestaría atención, pero ahora no son nada.

—Sí, mira, uno se ha convertido en un borracho y el otro en un repartidor.

...

Una serie de comentarios sarcásticos se sucedió uno tras otro.

Esto hizo que Gustavo y Sergio mostraran una expresión muy fea en sus rostros, ni siquiera se molestaron en seguir a Ana, y se alejaron de manera especialmente vergonzosa.

Después de correr fuera del centro comercial, miraron hacia el Grupo Pérez del otro lado.

—¿Cómo podemos hacer que Ana esté dispuesta a darnos el dinero? —Sergio apretó los dientes.

Gustavo tomó una profunda respiración, —Su actitud es firme, no será fácil convencerla para que nos dé el dinero.

—Tenemos que encontrar una manera de hacer que esté dispuesta a darnos el dinero, pensaré cómo hacerlo —Sergio entrecerró los ojos, con un brillo feroz en ellos, ya que el enfoque suave no funciona, ¡entonces será hora de tomar medidas más duras!