Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 661

En las calles de la ciudad A durante la noche avanzada, el tráfico era escaso y rápidamente llegaron al hospital.

Al entrar en la habitación y ver a la abuela García ya dormida en la cama, pero notablemente pálida, Ana frunció el ceño, inundada por la preocupación.

Después de salir de la habitación, Alejandro fue el primero en dirigirse a Antonio: —¿Por qué la abuela de repente tuvo ese malestar cardíaco en mitad de la noche?

Antonio, visiblemente pálido y antes de que pudiera responder, fueron interrumpidos por la voz de un hombre de mediana edad que se acercaba.

—¿Cómo está ahora Doña García? ¿Qué han dicho los médicos?

Ana, Alejandro y Antonio se giraron para enfrentar a la persona que se acercaba.

Esta era la primera vez que Ana veía a Narciso.

Kenia acompañaba a Narciso.

La sorpresa de encontrarse con el padre de Alejandro en tales circunstancias era evidente.

Entre padre e hijo no había muchos rasgos en común; Alejandro probablemente se parecía más a su madre.

—¿Cómo has venido? —preguntó Alejandro, con una expresión sombría y extremadamente fría hacia Narciso.

Su relación no parecía la de padre e hijo, sino más bien la de dos adversarios, menos amistosa incluso que con un desconocido.

Narciso, frunciendo el ceño molesto por la actitud de Alejandro, replicó: —Doña García es tu abuela y también mi madre. Al saber que estaba hospitalizada, por supuesto que tenía que venir.

—Doña García se sintió mal mientras hablaba por teléfono con tu padre, por lo que fuimos los primeros en enterarnos y en llegar. ¿Qué han dicho los doctores? ¿Es necesario traer a un médico del extranjero? —interrogó Kenia de inmediato.

Kenia y Ana intercambiaron miradas.

En el instante que sus miradas se cruzaron, Ana parecía calmada e indiferente, como si no la conociera.

Internamente, Kenia se sorprendió, impresionada por la capacidad de Ana para mantener la compostura a tan corta edad, haciéndola parecer diferente una vez más.

Alejandro miró fríamente a Kenia: —Sal de aquí.

Kenia, manteniendo su expresión impasible, respondió a Narciso: —Cariño, te esperaré fuera del hospital.