Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 764

Ana no durmió nada bien anoche.

Alejandro la trató completamente como una almohada, inmovilizándola por completo.

Además, hacía calor.

Era como estar en una sauna en verano.

Sus ojeras solo se disimularon después de aplicar corrector dos o tres veces.

Ella tomó una gran taza de café por la mañana.

De otro modo, no sabría cómo enfrentar el día.

—Tranquila, no me ofendo fácilmente—, replicó rápidamente Alejandro.

Ana tensó la comisura de los labios.

El tráfico estaba fluido; dejó rápidamente a Alejandro en su empresa y luego se apresuró a ir a su trabajo.

Justo después de fichar, Francisco y Manuel la llamaron sucesivamente.

Preguntaron por Elena.

Habían estado muy ocupados los últimos dos días, pero podrían hacer un hueco al mediodía y llevarían el almuerzo de vuelta.

Luego, Ana empezó su jornada laboral.

—

Ana volvió al edificio para trabajar después de almorzar.

Justo cuando iba a comenzar el proceso de reparación, Pablo llegó corriendo.

—Ana, ven conmigo a ver a mi abuelo, acaba de hacer una llamada y todavía no ha comido su almuerzo, está furioso. Le pregunté qué pasó, me miró fijamente varias veces, pero no me dijo con quién habló ni quién lo enfureció.

En unos minutos, Ana se encontró con Don Fernando.

Don Fernando aún estaba molesto; se notaba en su rostro.

—Acabo de llamar a Melchor, nos conocemos desde hace años, aunque no somos íntimos amigos, pero creo que nos entendemos, y resulta que no confía en mí, dice que estoy senil y cuestiona cómo estos viejos artefactos pueden ser tan poderosos, casi muero de la rabia, él no puede apreciar mi buena intención y en cambio me hiere.

En la ciudad A, son pocos los que no respetan a Don Fernando.

Inesperadamente, un amigo con quien no había hablado en mucho tiempo, no le creyó.

Don Melchor ya tenía una impresión negativa de Don Fernando, y después de recibir la llamada, naturalmente no quería hablar mucho.

—Don Fernando realmente está envejeciendo, ¿cómo puede creer en estas cosas extrañas después de viejo?— expresó Patricia con descontento.

Ella quería sorprender a su abuelo, pero esa llamada de Don Fernando había arruinado la sorpresa.

Aunque Don Melchor también estaba descontento, miró a su nieta y aún así sonrió diciendo: —Es normal, el miedo a la muerte con la vejez lo hace creer en estas rarezas. Es cierto que es famoso en la industria y tiene una gran reputación, pero eso no significa que yo no pueda igualarlo, he estudiado estos antiguos artefactos durante años, incluso sin manejar los asuntos de la empresa. Probablemente fue engañado por alguien.

—He aprendido mucho de mi abuelo desde niña, y ahora que él ya sabe, haré que traigan esas cosas aquí para que las revise bien—, dijo Patricia apresuradamente.

—Bien, que las traigan—, asintió Don Melchor.

Media hora más tarde, un sirviente trajo un rollo de pintura antigua.

A Don Melchor le encantaba coleccionar pinturas antiguas.

Siempre que tenía tiempo, observaba las pinturas de su colección.

Había escuchado que en uno de los edificios de Don Ramón había todo tipo de antigüedades y que poseía cosas maravillosas, pero Don Melchor estaba seguro de que su colección de pinturas antiguas no tenía comparación con la de Don Ramón.

—Deja que la despliegue para que la vea el abuelo—, dijo Patricia con cuidado mientras abría la pintura.