Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 829

Así se encontraron con Patricia.

Actualmente, ella estaba bastante desaliñada y no quería ser el objeto de burla de Patricia: —Tuve un accidente automovilístico y he estado en el hospital estos días.

—¿Un accidente? —Patricia examinó nuevamente a Sofía.

Tenía heridas en la frente y ahora estaba en una silla de ruedas, aparentemente no era leve.

—¿Es grave? —Preguntó ella.

Sofía se puso pálida: —No tanto, solo tengo lesiones en las piernas y no puedo levantarme de la cama para caminar. ¿Y usted, señorita Patricia? Vi las noticias.

Patricia frunció el ceño: —Nosotros no tenemos ningún problema, cuídate.

De repente recordó que unos días atrás, Alejandro y Ana habían venido al hospital, probablemente a visitar a Sofía.

—¿Conoces a Ana, verdad? —Preguntó Patricia.

Sofía frunció el ceño: —¿Has visto a Ana?

—¿Qué piensas que Alejandro siente por ella? —Continuó preguntando Patricia.

Sofía, conocedora de algunos antecedentes entre Patricia y Alejandro, estaba bastante cautelosa: —No estoy segura de lo que Alejandro siente por Ana.

Parecía que Patricia no estaba tan segura de conseguir que Alejandro se divorciara.

Anteriormente, todos pensaban que Patricia era la parte pasiva, que bastaría con que ella tomara la iniciativa una vez para que Alejandro dejara todo por estar con Patricia.

Claro, esas eran cosas que todos comentaban en privado.

No sabía si era su imaginación, pero sentía que Patricia estaba algo desesperada.

Al parecer, no era la única preocupada.

Pensando que Patricia no sabía que Alejandro ya se había casado con Ana, rápidamente agregó: —Alejandro parece querer mucho a Ana, la trata diferente a los demás.

Patricia apretó las manos: —¿De qué manera diferente?

—Unos meses antes de graduarme, Alejandro vino a buscarme con Ana y se fueron juntos de viaje a tomar fotos; se podía ver que él realmente la quería. —Continuó Sofía.

Era visible: el semblante de Patricia se tornó más sombrío.

Después de regresar a su habitación, Sofía no pudo evitar llamar a Alejandro.

Llamó tres veces y nadie contestó.

Ya eran las siete; Alejandro debería haber cenado.

No era posible que no escuchara el teléfono.

Incluso si estuviera en silencio, él habría visto las llamadas perdidas que le hizo durante el día.

¿Por qué Alejandro la estaba ignorando?

Justo cuando estaba con el teléfono en la mano, pensando si llamar a Salvador, alguien abrió la puerta de la habitación.

Inmediatamente miró hacia atrás.

Al ver quién era, se llenó de alegría: —Alejandro, finalmente llegaste. Te llamé varias veces y no contestaste, ¡estaba tan asustada! El médico dijo que me quedarán cicatrices en las piernas; no quiero que mis piernas se vean tan feas. Lloriqueó... Alejandro, ¿qué voy a hacer ahora?

Lloraba con una voz delicada, como cuando era niña, mostrando un miedo y timidez adecuados.