Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 830

Si Sofía hubiera prestado más atención, habría notado que Alejandro era diferente a como siempre había sido.

Alejandro estaba inexpresivo, y el frío en su mirada era suficiente para helar el alma.

Finalmente, mientras Sofía secaba sus lágrimas, se percató de que algo no iba bien; su mano se detuvo bruscamente: —Alejandro...

Miró otra vez hacia el asistente Eduardo, que seguía a Alejandro.

Lo que el asistente Eduardo había dicho por teléfono esa tarde, por alguna razón, volvía a resonar en su mente.

Además, la actitud fría de Alejandro hacia ella la dejaba confundida y asustada.

Empezaba a sentir que todo lo que había creído al alcance de su mano, ahora estaba increíblemente lejos.

—¿Hay algo que me estás ocultando? —Preguntó Alejandro.

Su voz, fría como el hielo, era suficiente para hacer temblar, y el rostro de Sofía se puso pálido, sintiendo cómo su corazón se hundía poco a poco.

¿Sería posible...?

No, no podía ser.

Alejandro no podía saber.

Sus encuentros con Narciso siempre habían sido muy secretos.

No era posible que alguien los hubiera descubierto.

¿Había dicho Ana algo a Alejandro? ¿Por qué Ana tenía que ser tan malvada?

¿Realmente tenía que dañarla?

—No... no le he ocultado nada a Alejandro, ¿alguien le ha dicho algo a él? —Preguntó Sofía, con el pecho apretado y una voz llena de nerviosismo e inseguridad.

El asistente Eduardo, al ver que Sofía todavía no se decidía a decir la verdad, soltó una risa fría internamente. Si no hubiera visto las fotos y los videos con sus propios ojos, habría creído en la aparente indefensión de Sofía.

Desafortunadamente, había visto esas pruebas con sus propios ojos.

Alejandro ya no miraba a Sofía, y se giró hacia el asistente Eduardo diciendo: —Tú encárgate.

Dicho esto, salió de la habitación.

Sofía se quedó atónita, algo desconcertada: —Alejandro...

¿Por qué se había ido Alejandro?

Tras decir eso, se marchó.

Sofía quedó paralizada, con un zumbido en los oídos.

Pasó mucho tiempo antes de que pudiera reaccionar.

Comenzó a temblar mientras buscaba frenéticamente su teléfono.

Cuando finalmente lo encontró, de repente no se atrevió a abrirlo, no quería ver WhatsApp.

Todo había sido una pesadilla.

Tenía que ser una pesadilla.

Su madre claramente había salvado a Alejandro, ¿cómo iba a querer hacerle daño?

Y además...

Lo que el asistente Eduardo le había enviado, debían ser pruebas falsas; ella podría hacer que Alejandro volviera a creer en ella.

Tenía que ser posible.