Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 836

Afortunadamente, llevaban puestos sus cinturones de seguridad.

—Presidente García, hubo un accidente de tráfico adelante. —Informó el conductor, aún conmocionado.

Ana y Alejandro intercambiaron miradas, luego observaron hacia el frente.

Fue el coche de adelante el que frenó bruscamente.

Atropelló a alguien.

En solo unos minutos, ya se había formado un círculo de personas alrededor.

La carretera quedó completamente bloqueada en ese momento.

Ana observó el lugar cerca de la rueda izquierda del coche de adelante, donde ya empezaba a fluir sangre.

Parecía que la persona atropellada estaba gravemente herida.

—Presidente García, viendo la situación, esta carretera estará bloqueada por un tiempo. Tendremos que esperar a la policía de tráfico y a la ambulancia. —Informó el conductor, girándose hacia ellos inmediatamente.

Serían al menos treinta minutos.

Ana echó un vistazo al reloj; ya eran las siete y media de la noche.

Alejandro miró alrededor y dijo: —Hay un centro comercial no muy lejos de aquí, ¿vamos?

Ana siguió la mirada de Alejandro y efectivamente vio un centro comercial.

Parecía que habían estado allí antes.

Estaban cambiando de temporada, definitivamente valía la pena echar un vistazo.

—Vamos.

Después de bajar del coche, pasaron por delante del vehículo accidentado.

Ya habían llegado médicos y policías de tráfico, confiaban en que pronto llevarían al herido al hospital.

De repente, Ana recordó el accidente de tráfico antes de su renacimiento.

Cuando sus piernas fueron aplastadas por el coche, ella estaba consciente.

Aún recordaba ese dolor y le provocaba mucho miedo.

—¿Te asusta? —Alejandro notó que Ana palideció después de mirar la escena del accidente.

La escena era, sin duda, muy sangrienta, y parecía que la víctima ya había perdido la conciencia.

Se estaba probando una falda y un suéter ajustado de manga tres cuartos.

Pensó que el conjunto le quedaba bastante bien.

Miró el precio y la simple combinación de suéter y falda sumaba más de mil cuatrocientos dólares.

Aunque ahora estaba trabajando y ganando dinero, todavía le parecía bastante caro.

Había visitado este centro comercial antes, pero había olvidado lo sorprendentemente caras que eran las prendas aquí.

—Ese conjunto le queda muy bien, me gusta, tráigame uno de la misma talla para probar.

Justo cuando Ana iba a entrar al probador para quitarse la ropa, de repente escuchó una voz a su lado.

La voz le resultaba algo familiar, pero no podía recordar de quién era.

Se volvió y, para su sorpresa, era Brenda.

Brenda se quedó mirando a Ana por un momento, evidentemente no esperaba que Ana fuera la persona que se estaba probando la ropa.

Tampoco esperaba que Ana tuviera una figura tan buena, llevando una prenda que parecía bastante común de una manera muy sexy.

Pero sexy sin ser vulgar.