Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 931

Cuando Salvador estaba un poco absorto, Sofía le llamó por teléfono.

—Salvador, acabo de encontrarme con Lourdes, estaba con unas amigas. Lourdes me dio una bofetada, Salvador, traté de convencerla de que rompiera el compromiso contigo, pero no quiso. Salvador, de repente me pregunto, ¿seré yo la tercera en discordia entre ustedes? ¿No debería estar contigo? Ustedes dos deberían estar juntos, son lo que se llama una familia perfecta, y yo solo te voy a arrastrar.

Sofía comenzó a llorar.

Adoptó una actitud de total debilidad.

Salvador, que al principio dudaba de Sofía al escuchar el mensaje de voz, ahora sentía que Lourdes estaba siendo demasiado cruel con ella.

Comparada con Lourdes, Sofía no tenía nada, solo a él como apoyo.

Si él ya le había prometido casarse con ella, había decidido que usaría todos los medios para romper el compromiso.

—Cuando la veas, da un rodeo y no le hables de esto, ella no es de tu mundo y no te va a escuchar. Si la haces enojar y yo no estoy a tu lado, no vas a obtener nada bueno, ¿me entiendes? —Salvador le dijo preocupado.

Sofía, mordiendo su labio, preguntó: —¿Y después de que me dio la bofetada, ¿se va a quedar así?

Aún sentía un dolor leve en su mejilla.

—¿Entonces qué quieres hacer? —Preguntó Salvador.

Sofía se quedó en silencio por un momento y luego dijo: —Cuando la veas, no le hables, hazle un corte total. Así, esa bofetada no habrá sido en vano.

—Está bien…

Sofía notó la vacilación de Salvador.

Era la primera vez que visitaba Villa Estrella de Mar.

También era la primera vez que veía cómo Ana y Alejandro interactuaban en privado.

Aunque siempre se había sentido algo inquieto, últimamente había visto algunas noticias de entretenimiento, y Manuel a veces también le comentaba, así que hoy finalmente tuvo la oportunidad de venir a ver por sí mismo.

A veces esas noticias de entretenimiento no deben tomarse tan en serio.

—Llegué anoche a Ciudad A, esta mañana me encontré con Alejandro en un restaurante con algunos colegas, almorzamos y luego vinimos juntos en la tarde. Escuché a Alejandro decir que ustedes van a ir al País de Piedraplata en unos días, ¿es cierto? —Francisco preguntó con una sonrisa.

—Sí, lo decidimos hace unos días. Francisco, has adelgazado. —Ana entró con una amplia sonrisa en el rostro, realmente estaba tan feliz de ver a Francisco.

Sin embargo, en este tiempo, Francisco debía haber estado demasiado ocupado, ya que había perdido algo de peso.