Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 960

Por la tarde, Beatriz llevó a Ana a visitar algunos puntos turísticos famosos de la zona.

Durante el viaje, Mauricio llamó a Beatriz para proponerles que se reunieran esa noche en su hacienda.

—Ana, no nos vamos a quedar en el hotel, vamos a pasar estos días en la hacienda del señor Mauricio. Ya he estado allí antes y, realmente, es un lugar de ensueño. El señor Mauricio mencionó que habrá una barbacoa esta noche y que deberíamos ir directamente después de divertirnos.

Los ojos de Beatriz brillaron como estrellas al hablar de la barbacoa y la hacienda.

Esto despertó la curiosidad de Ana, —Está bien, compraremos algunos postres y frutas para llevar.

—Podemos comprar postres, aunque en la hacienda del señor Mauricio hay un chef que prepara todo, incluidos deliciosos postres. En cuanto a las frutas, en la hacienda hay frescas que podemos recoger nosotros mismos—, Beatriz se dio cuenta de repente de que recordaba muchos detalles de la hacienda.

Ana sonrió, —Entonces, compremos algunos postres primero.

Después de un rato más de paseo, fueron a comprar algunos postres.

Antes de que anocheciera, ambas subieron al coche hacia la hacienda.

En el camino, sintieron un poco de hambre, así que comieron algo de pan.

Luego, Ana eligió algunas de las fotos recién tomadas y se las envió a Alejandro.

Alejandro respondió rápidamente, [La chica es hermosa, y el paisaje también.]

[¿Desde cuándo el presidente Alejandro aprendió a hablar de amor?], preguntó ella.

Alejandro: [Es la verdad.]

No cabe duda, los comentarios de Alejandro sobre su belleza y la verdad la hicieron muy feliz.

—¡Qué dulce! Tu amor es realmente dulce,— comentó Beatriz al ver a Ana toda sonriente, con la apariencia típica de una mujer enamorada.

Se sentía feliz por Ana.

Tenía esa intuición inexplicable de que una vez que Alejandro se enamorara de Anita, nunca se fijaría en otra persona.

Beatriz se rió.

Ella se volteó rápidamente para evitar que Bruno la viera.

¡No era por disciplina! Desde que llegaron al país de Piedraplata, Señor Bruno se había adaptado incluso menos que ella a la comida local. Al principio, ambos estaban emocionados con la novedad y comieron con entusiasmo durante unos días, incluso Bruno había ganado un poco de peso.

Pero después de que la novedad se desvaneció, todo les parecía insípido.

Y no podían estar siempre en la hacienda.

Los platos españoles hechos en otros lugares no les sabían bien, y tampoco disfrutaban la comida de otros países.

Así que simplemente comenzaron a adelgazar.

Pero Señor Bruno había perdido más peso que ella.