Mis Tres Tesoros Más Preciados romance Capítulo 46

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Capítulo 46 de Mis Tres Tesoros Más Preciados novel

Eliza se quedó mirando su reflejo en los crueles ojos de Madeleine y recordó las palabras de Beau. Ellos pensaban que ella siempre se iba a quedar callada y que podían intimidarla sin repercusiones. ¿Realmente era tan débil? Eliza entrecerró los ojos con furia.

—¿Qué pasa? ¿Tan desesperados están porque no pudieron conseguir las fotos?

—¡Cómo te atreves!

Las palabras de Eliza habían dado en el clavo. Si ese hombre no hubiera intervenido, ahora mismo se estaría jactando sobre la reputación arruinada de Eliza. Sin embargo, nada había salido de acuerdo al plan y todo el dinero que había gastado para contratar a los paparazzi, y conseguir que pusieran el artículo en línea había sido tirado a la basura. Lo peor es que no solo habían gastado todos sus ahorros para este plan, sino que también habían perdido el dinero que Esme les había dado. Madeleine se negaba a aceptar la derrota, en este momento, su odio por la mujer era tan grande que le quemaba las venas.

¡Todo era su culpa! ¡Todo! Eliza solamente había tenido que caer en la trampa que le habían tendido y nada de esto hubiera pasado. Ella era la culpable de todo. Cegada por su odio, se avalanzó contra la otra mujer con la mano en alto, pero Eliza la asió de la muñeca antes de que su mano hiciera impacto.

—¿Crees que aún soy tan débil? —dijo con una sonrisa de lado.

Eliza tiró la mano de Madeleine a un lado, y le dio una bofetada que le volteó la cara. El rostro de la mujer se enrojeció al instante.

—¡Es lo mínimo que te mereces! —gritó Eliza con los ojos entrecerrados—. Debí haberte golpeado hace cinco años.

Madeleine se tambaleó por la fuerza de la bofetada y retrocedió varios pasos. Justo cuando estaba a punto de caer, un hombre apareció y la sostuvo.

—¡Madeleine! ¿Estás bien?

Madeleine se echó a llorar en el momento en que escuchó la voz de Jay.

—¡Jay, mira lo que me hizo!

—¡Eliza!

Jay lanzó una mirada asesina a Eliza mientras protegía a Madeleine con sus brazos.

—Toleré que ese hombre me faltara el respeto esta mañana, ¿pero ahora te metes con mi Madeleine? Ella es muy buena contigo, ¿por qué no puedes dejarla en paz?

Sus palabras hicieron que Eliza se riera a carcajada suelta. ¿Madeleine? ¿Amable? ¿Qué ella no dejaba de molestarla? Ya se estaba hartando de la situación, ¿qué más mentiras podían maquinar?

—Están locos.

—Solo estaba aquí para disculparme con ella, Jay… —Madeleine enterró su rostro en el pecho del hombre y comenzó a soltar lágrimas de cocodrilo. A Eliza le dio vergüenza ajena su mala actuación.

—Madeleine, ¿por qué gastas tu talento en hombres? Con semejante actuación ya habrías ganado varios premios si te aplicarás —dijo riéndose, se dio medio vuelta y comenzó a irse con sus cosas.

—¡Eliza, Madeleine está embarazada! ¡Te mataré si le pasa algo a ella o al bebé!

La mujer se detuvo en seco, los miró por sobre su hombre y les ofreció una fría sonrisa.

—Felicitaciones. Dime, ¿creen en el karma? —dijo—. Por el bien de su hijo, espero que el karma no exista. No quiero que le pase lo mismo que al mío.

Sus rostros empalidecieron instantáneamente. Eliza se fue con el corazón hecho un puño. Había tenido razón, el accidente que había tenido cuando estaba embarazada había sido ocasinado por ellos. Parecía que ellos estaban detrás de cada desgracia que había tenido en estos últimos cinco años.

—Esos id*otas son tal para cual—dijo con amargura y con los puños apretados de la furia. Se arregló la ropa y se fue. A partir de ese momento, juró que no ganarían otra vez. No permitiría que la volvieran a intimidar nunca más.

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