Mis Tres Tesoros Más Preciados romance Capítulo 71

Resumo de Capítulo 71: Mis Tres Tesoros Más Preciados

Resumo de Capítulo 71 – Uma virada em Mis Tres Tesoros Más Preciados de Internet

Capítulo 71 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Mis Tres Tesoros Más Preciados, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura amor después del matrimonio, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.

Cuando notó ello, Esme se quedó atónita y su cara se puso roja como un tomate; de hecho, ella solo quiso acercarse sigilosamente a Eliza, pero no esperaba que el sr. Valentine la viera. Luego, mirando el rostro del poderoso hombre frente a ella, Esme no supo qué decir y, tratando de explicarse, le dijo torpemente: “Sr. Valentine, por favor... déjeme explicarle... no es lo que parece”.

En realidad, Esme no quería que el hombre tuviera una mala impresión de ella; así que, esbozando una sonrisa forzada, le dijo: “De hecho, solo estaba jugando con mi hermana. ¿Cómo podría golpearla? Eliza es mi hermana mayor, y yo no me atrevería a hacerle algo como eso”. Después de eso, fingió ser algo tímida, miró coquetamente al Beau y le dijo: “Sr. Valentine, esta es la segunda vez que nos vemos. ¿Puedo decir que es...”.

Tras notar la actitud de la mujer, Beau le soltó la mano con indiferencia, se volvió para mirar delicadamente a Eliza y, le dijo dulcemente: “Entra”. A decir verdad, Eliza no quería pasar hasta que no llegara el sr. Valentine, pero, a pesar de que él le había dicho que llegaría pronto, ella aun no podía verlo por ninguna parte; además, Eliza también creyó conveniente que no sería bueno seguir parada en la entrada, así que, respiró hondo y asintió levemente.

Luego, Beau la tomó delicadamente del hombro e, ignorando por completo a Esme, la pareja ingresó elegantemente al restaurante; sin embargo, le molestó tanto su actitud que, Esme decidió hacerla pagar y recuperar a Beau a toda costa. Por ello, pensando en eso, la mujer sacó su celular, marcó el número de Madeleine y, después de que ella respondiera, Esme le dijo: “Está bien, voy a seguir ayudándote”.

Al otro lado de la línea, Madeleine, quien estaba encantada con su respuesta, mencionó: “¿De verdad? ¿Lo dices en serio? ¡Esme, sabía que eras la mejor!”. Mientras miraba fijamente a la pareja alejarse, Esme entrecerró ligeramente los ojos, un brillo de maldad apareció en su mirada y, le dijo: “La verdad es que puedo comprarte el premio a la mejor actriz femenina del Golden Bull Award; pero, tengo una condición que debes cumplir”.

“¡No hay problema!”, dijo inmediatamente la mujer, y luego, frunciendo ligeramente los labios, añadió: “Está bien, haré todo lo posible para unir a Eliza y Jay”. Después de eso, ambas colgaron la llamada y, recordando el pedido de Esme, Madeleine pensó: “Está loca si piensa que voy a unir nuevamente Jay y Eliza”.

En realidad, aunque Madeleine había dicho que haría cualquier cosa, esa condición definitivamente no podría cumplirla, así que solo que fingió aceptarla para que Esme se tranquilizara; además, estaba segura que, después que le entregaran su premio y, aunque no pudiera completar la tarea encomendada, Esme no se atrevería a hacerle algo.

...

“¿Por qué estás aquí?”, preguntó Eliza con gran inquietud y, mientras lo seguía amablemente hasta una sala privada, Eliza preguntó en voz baja: “¿Tienes alguna cena de negocios?”. Cuando escuchó ello, todo el cuerpo de Beau tembló ligeramente y, de hecho, no podía creer que esa mujer no se imaginara que él era el sr. Valentine que tanto esperaba; sin embargo, como no tenía prisa por revelarle esa identidad, el hombre curvó ligeramente los labios y, avanzando junto con ella, le respondió: “Tengo una cita”.

“Qué casualidad”, exclamó inmediatamente la mujer; luego, Eliza respiró hondo y, deteniéndose repentinamente, le dijo: “El sr. Valentine acababa de decirme que estaría aquí pronto, pero aún no ha llegado después de tanto tiempo..." Mientras hablaba, Eliza envió un mensaje al sr. Valentine y, sonó inmediatamente el celular de Beau; así que, se apresuró en ponerlo en modo silencioso, y luego le dijo: “No te preocupes, creo que no tardará en llegar. Pero deberías tomar asiento primero”.

Tras escucharlo, Eliza frunció ligeramente el ceño y, mirándolo con confusión, le dijo: “Creo que será mejor que vaya a la puerta y lo espere ahí”. Al tener a la mujer tan cerca de él, Beau no pudo apartar la mirada de ella y, miró con gran dulzura su hermosa clavícula; aunque, de hecho, no podía creer que su hijo Demarion, de tan solo cinco años, la hubiera vestido de una manera tan sexy.

Además, Eliza siempre había soñado con ser perseguida y cortejada por un chico tan guapo y, después de conocer a Beau, sabía que él era tan guapo como el príncipe de sus sueños; así que, no escatimó esfuerzos para hablar sobre la relación entre ella y Beau frente a este sr. Valentine, pues como también sabía que él tenía sentimientos por ella, quería que ese hombre se rindiera. Pensando en esto, Eliza continuó inventando una hermosa historia y, finalmente, le dijo: “¡Cuando esté aquí, le hablaré de mi esposo!”.

“Puedes decírmelo ahora”, dijo la profunda y fría voz de un hombre que sonó junto a sus oídos; mientras que, instintivamente, Eliza respondió con total amabilidad: “Oh, mejor esperemos hasta que el sr. Valentine esté aquí”. En el momento en que dijo eso, Eliza de repente sintió que algo andaba mal, levantó la cabeza lentamente y, mirando al hombre frente a ella, le preguntó: “¿Qué... qué dijiste?”.

Beau, sentado frente a ella, sirvió una taza de té , se la acercó a ella y le dijo juguetonamente: “¿No dijiste que me dirías lo que pasó entre tú y yo cuando esté aquí?”. Luego, mirándola con gran entusiasmo y un brillo repentino en sus ojos, el hombre añadió suavemente: “Ahora puedes decírmelo. Realmente muero por saber cómo te perseguí”.

Por su parte, Eliza se quedó sin palabras, lo miró en un estado de shock y, tartamudeando, le dijo: “Tú,…tú… eras tú”. En ese preciso momento, a Eliza se le vino un mal presentimiento, agarró la taza y, tomando rápidamente un gran sorbo de té, le preguntó con gran inquietud: “Señor Valentine, ¿qué quiere decir?”.

Tras ver su actitud nerviosa, Beau sonrió levemente, sacó su celular y le mostró el historial de chat; luego, se apoyó casualmente en la silla y, con una sonrisa divertida en los labios, le dijo: “Señora Valentine. Soy el anciano del que tanto hablaste antes, el sr. Valentine que tanto querías conocer”.

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