Mis Tres Tesoros Más Preciados romance Capítulo 72

Resumo de Capítulo 72: Mis Tres Tesoros Más Preciados

Resumo de Capítulo 72 – Mis Tres Tesoros Más Preciados por Internet

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Cuando escuchó eso, Eliza quedó tan sorprendida que ni siquiera pudo pronunciar ni una sola palabra, es más, sentía como si le faltara aire en la habitación; mientras que, agarrando y tomando tranquilamente un sorbo de la taza de té de la mujer, Beau le preguntó: “¿Qué pasó? ¿Estás sorprendida?”. Tras oír su interrogante, Eliza rápidamente asintió con la cabeza y, de hecho, sintió como si le hubiera caído un rayo, mejor dicho, innumerables rayos que estaban a punto de convertirla en polvo.

Al ver que estaba completamente aturdida por lo que estaba pasando, Beau le sirvió cariñosamente una taza de té y, alcanzándosela a ella, le dijo: “Tómate esta taza de té y tranquilízate. No tienes que sentirte avergonzada”. Luego, con una ligera sonrisa en los labios, el hombre añadió divertidamente:

“Sé cómo te sientes, también he sufrido muchos malentendidos. Me dijeron feo, desfigurado y un abusador de mujeres. Un pervertido total”.

Tras decir ello, Beau se sirvió otra taza de té y, después de tomar tomando un sorbo con elegancia, le dijo: “Comparado con esto… no es gran cosa. Aquí solo me dijeron, viejo, anciano, te amo mucho y que te estoy persiguiendo locamente”. Mientras escuchaba cada una de las palabras, el rostro de Eliza se puso tan rojo como un tomate; pero se quedó completamente pálida y aturdida cuando escuchó las últimas palabras que el hombre le dijo: “Sin embargo, hay algunas cosas que dijiste que podrían hacerse realidad”.

En realidad, cuando escuchó eso, Eliza quedó muy confundida y, mientras veía como al hombre al que había llamado viejo y anciano, tomó rápidamente dos sorbos de té y pensó que sus palabras fueron relacionadas con la edad. De hecho, quería pensar que era por el tema de la edad, después de todo, todas las personas en el mundo envejecerían cada cierto tiempo; además, ella definitivamente no estaba convencida de que ese hombre la quisiera.

Por su parte, después de beber el té, Eliza se calmó un poco, respiró hondo y, mirando a Beau con una sonrisa avergonzada, le dijo: “Bueno, yo solo... pensé que el sr. Valentine, que me presentó Roseane, era un anciano. Es por eso... lo que dije”. Tras escuchar ello, Beau la miró fijamente a los ojos y le preguntó con curiosidad: “Pensé que creías que era un anciano, solo porque no pude entender el emoji que usaste, y además, porque te hable de manera muy sería y fría”.

Al notar que el hombre recordaba claramente las palabras que había dicho, Eliza levantó las manos en señal de rendición y, dijo de inmediato: “Solo estaba pensando demasiado en mí, y no tomé en cuenta las actitud de los otros. Yo…” Por su parte, al ver que estaba muy nerviosa, Beau la interrumpió cariñosamente y le dijo: “Está bien, no estés tan nerviosa”.

Eliza frunció los labios y lo miró tímidamente, sin decir ni una palabra más y, de hecho, no podía evitar echarse la culpa, pues realmente no se le ocurrió pensar que el sr. Valentine podría ser Beau, su esposo; sin embargo, ahora que la verdad estaba expuesta, ella estaba verdaderamente avergonzada. Además, Beau era su esposo, incluso si escondiera de él aquí, no podría esconderse para siempre, y no solo porque vivían en la misma casa, sino que dormían en la misma habitación, e incluso tenían que compartir tiempo con sus hijos.

Mirando su rostro sonrojado, Beau sonrió con impotencia y le dijo en voz baja: “No te estoy castigando. De hecho, desde que era niño, sabía lo que debía hacer y lo que iba a hacer en el futuro; así que no me importa nada más excepto lo que me interesa. Incluso, me casé contigo porque a Braint y Demarion les gustas”. Cuando escuchó esas palabras, Eliza estaba tan nerviosa que empezó a juguetear ansiosamente con sus manos y, aunque sabía que lo él decía era la verdad, ella aun así se sintió un poco incómoda en lo profundo de su corazón.

Luego, Eliza lo miró fijamente a los ojos y le pidió: “Señor Valentine, por favor, cálmese”. Como el hombre realmente no estaba molesto con eso, él respondió inmediatamente: “No te preocupes, no estoy enojado. Pero si me gustaría oírte hablar sobre cómo te persigo, vamos, cuéntame esa historia, estoy verdaderamente interesado”.

Eliza quedó un poco aturdida cuando él habló del mismo tema; así que, respirando hondo, frunció ligeramente el ceño y le dijo: “Bueno, sr. Valentine, para expresar mis disculpas, cumpliré una petición suya, ¿de acuerdo?”. Tras escuchar eso, Beau levantó ligeramente las cejas, sonrió de manera maliciosa y juguetona y, le preguntó seriamente: “¿De verdad? ¿Lo dices en serio?”.

“Sí”, asintió seriamente la mujer; luego, al pensar que él podía pedirle algo realmente difícil, ella añadió inmediatamente: “Pero déjame dejarlo claro, debe ser algo que pueda hacer. Si me pides que te dé un regalo por valor de millones de dólares, definitivamente no podré pagarlo. Además, no puedo prometer que daré a luz a una hija tuya, ni siquiera puedo garantizar que será una niña”. Tras escuchar ello, Beau curvó ligeramente los labios y le respondió: “No te preocupes. Después de todo, ya has firmado el acuerdo para dar a luz a una hija; así que, no gastaré en ello. Pero si tengo algo que quiero que hagas”.

Eliza quedó un poco aturdida y avergonzada cuando escuchó eso y, entrecerrando ligeramente los ojos, le preguntó: “Entonces dime, ¿qué es lo que quieres que haga?”. Después de tener la atención de la mujer, el hombre le pidió con firmeza: “En cinco años, sé la actriz premiada. Esa es mi condición, ¿puedes hacerlo? Es todo lo que te quiero pedir, es un trato”.

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