Doy la vuelta de forma coqueta y río cuando se estira tomando mis caderas y pegando mi espalda a su pecho, mi trasero a su entrepierna. Su nariz acaricia mi cuello y deja ligeros besos en mis hombros.
»Estuve escribiendo.
— ¿De?
—No de sexo—ríe—, bueno, si tuvo un poco de sexo, pero fue una conversación acerca de por qué Paolo comenzó a sentir atracción por Elizabeth.
—Puedes darme ese spoiler.
Me tambaleo cuando arrastra su espalda por la pared hasta sentarse en el suelo, lo cual me lleva a terminar sentada entre sus piernas mientras sus rodillas se encuentran flexionadas a mi lado y distraídamente sus dedos acarician mi abdomen. Te diré un secreto, no importa cuán delgadas o firmes estés, no hay manera en la que al sentarse tu estomago no haga cosas en tu contra para lucir no tan genial como cuando estás de pie. Lo sufrimos todos, sin embargo no enloquezco porque Paul ahora acaricie esa área.
—Pensé que habías dicho que no te iban los spoilers.
—Algunos spoilers a veces resultan muy buenos—eso lo hace reír y apoyo mis manos en sus rodillas volteando un poco mi rostro—, dime.
— ¿Quieres que te arruine el libro con adelantos o que simplemente te diga mi experiencia sobre cómo no me pareciste luego tan loca intolerante?
— ¿Loca intolerante? —Pellizco no muy fuerte su rodilla—. Tienes razón, cuando lea por primera vez el libro necesito no haber obtenido tantos adelantos, así que cuéntame tu experiencia.
—Tus primeros correos me molestaron, mucho, creo que fue la primera vez en mucho tiempo que escribí sin darle una segunda leída a lo que enviaba para luego no retractarme de lo que hacía—hace una pausa—. Alex fue el primero en decirme algo que estaba ignorando.
— ¿Qué cosa?
—Que tus correos me despertaban, encendían lo que según él era una pasión nata para responderte sin pensar, razonar o maquinar lo que se esperara resultara correcto. Me hacías solo dejarme llevar y no tratar de controlar los resultados.
—Tan sabio Alex.
—Luego Eddy hizo algún comentario ácido sobre que gracias al cielo nunca tenía nada que decir sobre Nicole, pero que era interesante que siempre tuviera algo que decir de ti. Me mortificó un poco saber que de hecho te estaba dando demasiada atención en mi vida y que de hecho...Bueno, eso puede resultar un poco incómodo decir.
— ¿Qué?
—Busqué imágenes de ti en Google—toma un profundo respiro—, y fui a tu twitter.
— ¿E instagram? —Sonrío.
—E instagram.
Río porque es lo mismo que hice, aunque Paul muy pocas veces publica algo, lo cual no era el caso de Nicole, a quien acosé con mi espionaje secreto durante mucho tiempo.
»Pero no te vi en tu programa desde la primera vez que te rechacé, al menos no hasta que te dije hace no tanto tiempo en un correo que había caído en la tentación de verlo. Supongo que eras alguien que rompía mi rutina, me hacía sentir y solo seguir mi instinto.
— ¿Tiempo pasado?
—Tiempo presente también. Me atrapó tu ingenio, locura y peculiaridad para responder mis correos, para devolverme la pelota cada vez que te la arrojé.
— ¿Y cuando finalmente nos conocimos?
—Entonces me había convencido que en persona seguro era cosa del maquillaje que te hacía tan atractiva en fotos y televisión.
— ¡Oye!
—Lo cual se desmintió cuando te vi, tu caso no es como el caso de Garrett por el que Eddy se queja. En televisión y fotos pareces inalcanzable, bella y perfecta. Pero en personas eres preciosa, humana y difícilmente no llamas la atención. Así que estuve brevemente molesto de tener reacciones físicas hacia ti y sorprendido de igual manera.
»Me encantó la mujer decidida que me recibió y respondió, y me pareció increíble que en persona cuando hablaste, definitivamente no había manera de negar que los correos te pertenecían. Sabía que estaba empezando otra historia en mi vida.
Llevo mi mano hacia atrás atrapando su cuello y obligándolo a inclinarse para un beso suave y corto. Luego río.
—Sin embargo nunca obtuve mi entrevista.
—No eres tú...
—...Soy yo—ruedo mis ojos. Ríe.
—No, o bueno, quizá. No me gusta hablar sobre mi vida, sentimientos y demás en público, mucho menos en programas en vivos. Me gusta ser el escritor detrás de una historia, no ser la historia para contar.
Sin embargo puedo intuir que hay más de lo que dice, pero no lo presiono para que diga más, trato de convencerme que efectivamente el problema no es mi programa, sin embargo no estoy tan segura.
Acaricio su muñeca, sus dedos y luego el dorso de ellas. Ubico sus manos frente a mis ojos entendiendo que esas son las manos que crean magia con palabras, y bueno, también magia en mi cuerpo.
— ¿Qué te pasó aquí?
Señalo una diminuta cicatriz de al menos 4 centímetros en el dorso de su mano, se tensa y pienso que no va a responderme, pero en última instancia habla.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras