El modo en el que actuamos definitivamente como una pareja. Me sorprende de buena manera, me gusta.
—Quiero hacer dos invitaciones.
—Codicioso ¿No puedes solo ir por una?
—Pienso en grande tal vez; pero no me desvíes de mi punto.
—De acuerdo.
—Lo primero, es que almuerces con mi familia.
—Bastante formal.
— ¿Es ese un rechazo educado?
—No—río masticando lentamente, trago—, no tengo problemas el almorzar con tu familia ya lo he hecho.
—Pero antes no eras mi novia.
—Buen punto ¿Cuál es la segunda invitación?
—Hay un evento en la editorial, es formal y me gustaría que vinieras conmigo.
— ¿Fotógrafos, publicidad, algunos rostros conocidos?
—Sí ¿Mucho para ti?
—Creo que aún no has entendido que así como has estado para mí, pretendo estarlo para ti. Cuenta conmigo como tu acompañante.
Continuamos comiendo y conversando, permanecemos unos minutos después de terminar, pero Paul nota cuánto necesito recuperar horas de sueño y finalmente comenzamos a retirarnos. Siento por primera vez, de forma descarada, como estamos siendo fotografiados mientras nos despedimos. Lo abrazo y luego él reclama sus besos que no me niego a darles.
— ¿Cuándo te veo? —pregunto sabiendo que mañana no será.
—Almuerzo con mi familia, pasaré por ti.
—Está bien—le doy otro beso rápido y subo a mi auto, el cierra la puerta por mí.
— ¿Musa?
— ¿Si, escritor?
—También estoy seguro que estoy más allá de mitad de camino de estar enamorado de ti.
Hago una cosa totalmente de chica ida en las nubes: suspiro. Pero es la clase de suspiro soñador, profundo y dulce con sonrisa embobada. No pensé llegar a este punto.
—Somos un par de locos, querido escritor.
—Una buena locura. Conduce con cuidado—mete su cabeza a través de la ventana y me da otro beso—. Dulces sueños.
----
Necesito tomar una ducha, vengo del gimnasio, revisar mis preguntas para el invitado de hoy, llamar a papá y realizar ciertos pagos. Tomo mi correo de mi buzón y entro a casa. Camino hacia la cocina y dejo los sobres sobre el mesón para tomar prácticamente toda una botella de agua. Me saco el top quedando en sujetador deportivo y mi timbre suena.
Compruebo de quién se trata y ruedo mis ojos al ver a Dexter, abro la puerta y hace un ridículo puchero.
—Una mujer quiso cortar mi cabello mientras dormía para hacer magia sobre mí y que yo cayera hechizado no sé si supera a la mujer que encontré haciéndole agujeros a los condones.
— ¿Podemos hacer una política de que no salgas con locas?
—Eso sería conveniente, ahora déjame pasar y dame consuelo.
Me hago a un lado y camino de vuelta a la cocina siendo seguida por él. Se sienta sobre mi mesón y toma un durazno de la cesta de frutas.
—Tienes un chupetón en el cuello.
—Y también uno muy cerca de mis bolas, resulta que era la mujer aspiradora— declara y no hay manera en la que yo no ría—. Cualquiera creería que era una cualidad, pero no cuando me dejó como un puto ganado marcado.
— ¿No te van los chupetones?
—No. No soy un ganado y tampoco me follo a ganados.
—Interesante percepción.
Abro uno de los sobres que resulta ser del banco con alguna nueva tarjeta de crédito que no pedí, pero que amablemente aceptaré. Recibos de constancias de pagos, exámenes mensuales de papá, promociones, algunas invitaciones y una carta de una revista digital.
» ¿Así que soy tu consuelo cuando te va mal en tus aventuras? ¿O siempre soy la casa más cerca?
—Me gusta tu casa, no te quejas y no me aburres.
—Cada vez me siento más alagada Dexter, sí que sabes lucirte—volteo a verlo justo a tiempo para atrapar su sonrisa que hace pecar a tantas mujeres—. Tu cabello ha crecido mucho.
—Quizá solo lo deje crecer, que moleste a Kevin le da puntos extras.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras