Resumo de Capítulo 128 – Uma virada em Novia del Señor Millonario de Internet
Capítulo 128 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Novia del Señor Millonario, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura amor después del matrimonio, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Bella
Por el rabillo del ojo, noté que había sangre en el piso y recordé que Herbert pisó el vidrio mientras vociferaba su ira contra mí. ¿Se había cortado cuando lo hizo? Me levanté rápidamente y salí al pasillo para tratar de alcanzarlo, pero no había rastro de él.
Regresé a mi cuarto, cabizbaja, y me sorprendí al ver que tenía visita. Al parecer Herbert había comunicado al hospital de mi recuperación porque habían venido a revisarme y comprobar que todo estuviera bien con mi audición. Al final del chequeo, el doctor y la enfermera me felicitaron con amplias sonrisas. Sin embargo, solo atiné a responderles con debilidad. Herbert se había enojado terriblemente conmigo, pero en ningún momento había dejado de preocuparse por mi salud. Me sentí aún más culpable.
Posterior al chequeo en la habitación, la enfermera me llevó a otra habitación para hacerme un examen físico completo. Para cuando terminamos, ya estaba atardeciendo y me quedé admirando los tonos anaranjados de la puesta del sol desde mi cama.
Un pensamiento asaltó mi cabeza. ¿Vendría Herbert a visitarme esta noche? Bajé la mirada y me sonreí cínicamente por mis pensamientos. No creía que el coraje se le hubiera desaparecido tan rápidamente. En eso, escuché que alguien abría la puerta y me dio un vuelco al corazón. Me di la vuelta para recibir a la persona y me topé con Connor. Traté de ocultar mi decepción.
—Señorita Stepanek —me saludó con una sonrisa.
—¿Por qué te envió Herbert? —le pregunté mientras le echaba un vistazo.
—El señor Wharton me pidió que le trajera este teléfono, es el último de su generación —respondió mientras me entregaba una caja blanca. La tomé de sus manos y me quedé mirándola con sentimientos encontrados.
Aunque había sido él mismo quién me había dejado incomunicada por su genio, al menos había tenido la consideración de comprarme uno nuevo. Me di cuenta en ese momento que no importara en que problema me hubiera metido, Herbert nunca fallaba en aparecer y cuidar de mí. Se me llenaron los ojos de lágrimas al comprender esto, puesto que no habían muchas personas que realmente se preocuparan por mí.
—Y... ¿te dijo algo más?
—No —dijo Connor con delicadeza mientras examinaba mi rostro—. Aunque puedo decirle que el señor Wharton también me pidió que hablara con el doctor para confirmar que todo salió bien en su chequeo.
Ahora que mi audición había vuelto, ya no habría necesidad de seguir internada.
—El doctor me dijo que los resultados oficiales saldrán mañana, pero cree que serán positivos —agregó.
—¿Cuándo me darán de alta? —le pregunté porque no quería permanecer ni un minuto más de lo necesario en este lugar. Sentía que estaba inundado de memorias de Herbert.
—El doctor dijo que si los resultados de mañana son todos positivos, entonces podría irse después de pasar otro día en observación.
—Entiendo —dije por lo bajo mientras apretaba la caja del teléfono.
Ese día salieron los resultado, y como habíamos esperado, mis oídos se habían recuperado totalmente y ya podía dejar el hospital. Herbert envió a Connor para que me recogiera. No sé si era el hecho de salir de las habitaciones tan obsesivamente blancas, pero estaba un poco más tranquila, así que no volví a incomodarlo con más preguntas.
Me pasé el resto del día limpiando mi casa. En medio de la limpieza, me di cuenta de que estaba sin aliento, así que me senté para descansar un rato. No me había sentado ni dos minutos cuando alguien tocó el timbre. Me levanté y caminé hacia la entrada pero me detuve antes de abrir la puerta. Estaba usando un polo y jeans viejos, además tenía el cabello recogido en una coleta mal hecha. No tenía la pinta para estar recibiendo visitas.
Después de considerarlo por unos minutos, me di cuenta de que me estaba preocupando por las puras. Seguramente era Joey o el casero, ¿quién más me estaría visitando sin invitación? Abrí la puerta y la persona que me saludó era ni más ni menos que Herbert.
Como en perfecto contraste conmigo, Herbert estaba vestido impecablemente con un largo saco negro y unas gafas de sol. No podía leer su expresión con facilidad pero mis mejillas se tornaron rojas de la vergüenza. Me solté el cabello inmediatamente y guardé la liga en un bolsillo.
—He venido para hablar sobre la compensación que te pagaran Klein y Vivian —dijo sin inmutarse ante mi apariencia.
—Claro —respondí con voz queda, todavía sorprendida con su presencia—. Entra, por favor.
Herbert entró y cohibición le ofrecí que tomará asiento en el sofá.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Novia del Señor Millonario