Resumo do capítulo Capítulo 31 do livro Novia del Señor Millonario de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 31, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance Novia del Señor Millonario. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero amor después del matrimonio continua a emocionar e surpreender a cada página.
Herbert apareció en el banquete, pero no me dirigió la palabra o me miró. Actuó como si fuéramos completos extraños. Me encogí de hombros y me fui a un rincón tranquilo para disfrutar de la comida. No quería atraer la atención de Herbert, ni de otros.
En eso, Emma entró en mi campo de visión con un vestido horrendo. Era de color dorado y tenía la espalda tan baja que casi se le podían ver las nalgas. A pesar de lo vulgar que se veía, algunos hombres igual la miraban. Al final de la comida, el presentador se subió a la escenario para comenzar con los juegos.
—El primer juego tiene que ver con globos. Llamaré a cinco mujeres y cinco hombres. Si digo sus nombres, por favor, acérquense —dijo mientras nos enseñaba dos sobres con tarjetas.
El juego consistía en llevar un globo de un lado a otro sin hacer uso de las manos. Ambos participantes tenían que llevarlo entre sus cuerpos y el grupo con más globos al final sería el ganador. Obviamente, este juego creaba varias situaciones graciosas al momento de transportar los globos pues los jugadores tenían que coordinar en todo momento y estar muy cerca el uno de otro.
Rápidamente cuatro parejas fueron formadas, y mientras sacaban el último nombre de la mujer, yo perdí el interés porque no había forma de que llamaran a mí...
—La quinta mujer será... ¡Bella!
—Ahora el quinto hombre será... ¡nuestro querido jefe, el señor Wharton¡ Vamos, démosle todos un gran aplauso.
Me subí al escenario sin poder creer lo que escuchaban mis oídos. ¿Enserio tendría que jugar este ridículo juego con él? ¿Por qué sentía que mi corazón estaba latiendo tan rápido? Herbert se me acercó y se inclinó para susurrarme algo.
—No te pongas nerviosa, ¡vamos a ganar! —dijo. Lo miré con sorpresa al notar que, aunque serio, se podía sentir calidez en su mirada. ¿Por qué estaba siendo tan amable conmigo?
De repente, sentí una presencia maliciosa en la sala. Desde el rabillo del ojo, ubiqué a Emma entre la multitud. Si las miradas mataran, yo ya estaría cinco metros bajo tierra. Honestamente, me satisfacción verla tan enojada, así que comencé a sonreír abiertamente a Herbert. Inmediatamente, sentí como el aura asesina de Emma aumentaba.
El juego comenzó e inicialmente me puse al frente con Herbert detrás mío. Sin embargo, esta posición no resultó muy efectiva y tuvimos que cambiarla. Nos pusimos frente a frente y nos tomamos de la mano, el globo se quedó atrapado entre nuestros vientres. Mis mejillas se sonrojaron ante nuestra cercanía y no pude evitar sentir que mi corazón latía desbocado.
De la nada, sentí cómo el globo se caía unos milímetros abajo y me asusté. Había estado tan nerviosa con la presencia de Herbert que me había distraído. Estábamos segundo lugar en el momento, no podía dejar que perdiéramos porque habían dicho que la última pareja sería castigada.
—No seas terca, no te olvides del niño —le respondió mientras me pasaba el brazo por los hombros. Cuando dijo esas palabras, no tuve otra opción que resignarme. Me había olvidado que estaba embarazada, enfocada en ganar el juego. Por fortuna, solo había sido una pequeña caída.
Unos segundos después, sonó la campana que indicaba que se había terminado el juego. El premio para los ganadores había sido dos celulares de última generación.
Me preocupé al pensar que quizás el castigo para los perdedores era pagar por esos celulares, pero el presentador me sacó de la duda.
—Ahora, ¡el castigo será un baño muy frío! Hemos preparado una cubeta llena de hielo para nuestros perdedores. ¿Están listos?
Inmediatamente, fruncí el ceño, no hacía mucho frío aún, pero definitivamente me enfermaría si me echaban hielo encima. Una persona entró a la sala con la cubeta en manos y subieron al escenario. Luego, pusieron una silla frente a nosotros. ¿Qué le pasaría al bebé si me enfermaba?
Estaba tratando de idear la mejor excusa cuando Herbert se levantó sin mirarme y se puso frente a mí.
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