Novia del Señor Millonario romance Capítulo 72

Resumo de Capítulo 72: Novia del Señor Millonario

Resumo de Capítulo 72 – Capítulo essencial de Novia del Señor Millonario por Internet

O capítulo Capítulo 72 é um dos momentos mais intensos da obra Novia del Señor Millonario, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero amor después del matrimonio, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.

Bella

El tiempo voló y en un abrir y cerrar de ojos, ya tenía siete meses de embarazo. Mi barriga era cada vez más grande, y mis movimientos eran cada vez más lentos en respuesta. El bebé se movía bastante y había desarrollado una conexión muy fuerte con él.

—¡Señora, la mamá del señor ha venido a verla! —me dijo Miranda y yo fruncí el ceño. Desde que la había conocido esa vez con Herbert, la señora nunca había venido a visitarme. Con un largo suspiro, me levanté y bajé a recibirla. Podría no caerme muy bien, pero seguía siendo la madre de Herbert.

Cuando llegué a la sala de estar, ella ya estaba acomodaba en el sofá.

—Señora, cuánto tiempo sin verla.

—Siéntate, quiero hablar contigo —me respondió y no pude evitar tener un presentimiento raro. La última vez que la había visto había sido bastante fría conmigo, ¿por qué ahora me estaba sonriendo tanto?

—Hace tiempo que quería visitarte, perdóname por no hacerlo antes. Quería asegurarme de que estabas bien. He comprado algunas cosas para el bebé, ¿te molestaría que me llevar a Miranda para que te las traiga?

Al escucharla, pausé para voltear a ver a Miranda, porque ella era la única que estaba cuidándome en la casa.

—Son solo cuatro horas de viaje, me aseguraré de que regrese lo más pronto posible antes de que anochezca.

—No sé preocupe, si eso es lo que necesita, no hay problema —respondí porque no creí que pasaría nada de malo si Miranda se iba por medio día.

—Entonces, no perdamos tiempo. ¡Miranda, vámonos! —dijo McKenna y se paró.

Como lo prometió, Miranda regresó antes de que cayera la noche con un sinfín de objetos para el bebé. Ropa, biberones, mantas, leche, papillas, entre otros. Todo y más de lo que necesitaría para el bebé. También me di cuenta de que no había escatimado recursos porque algunas de las marcas eran de alta gama.

—Mira, mi hijito precioso, tu abuela compró todo esto para ti —le dije a mi barriga mientras la acariciaba con felicidad.

Cuando terminé de revisar todo, me volteé hacia Miranda y le dije que tenía hambre. Ella se levantó y se fue rápidamente a la cocina. La escuché mover algunas cosas y de repente, algo se rompió adentro. Me acerqué y vi a Miranda en el piso recogiendo los pedazos de un plato.

—Miranda, ¿qué pasó? —le pregunté y justo en ese momento se cortó con uno de los pedazos de porcelana—. Oh, no, estás sangrando. Tienes que envolverlo, no te preocupes, me cocinaré una sopa ligera.

El extraño presentimiento no se me había quitado. Desde que McKenna había venido y se la había llevado. Algo no me sentaba bien. ¿Estaba siendo demasiado paranoica?

McKenna

Soy McKenna Winter, la esposa de la cabeza de la familia Wharton, una distinguida mujer entre los círculos más exclusivos del país y había sido chantajeada por una odiosa cualquiera. M*ldita, Caroline.

Ninguna de las mujeres que Herbert me había presentado me habían caído bien nunca, pero, de entre todas, Caroline era a la que más odiaba. Y ahora estaba a su merced.

—Señora Wharton, ¿pensó en algo? —me llamó una semana después de su visita.

—Entiendo, confiaré en ti. Esperaré los dos meses, pero ni un día más.

—Necesito que me prometas que no lastimarás al bebé. No me importa lo demás —le pedí.

—¡Por supuesto!

Bella

Ya habían pasado dos meses desde la inusual visita de la mamá de Herbert, y el invierno había llegado a las montañas. Hacía tanto frío en mi habitación, a pesar de las múltiples mantas que tenía encima, que no podía conciliar el sueño. Toda la mansión tenía calefacción y gruesas alfombras en cada habitación, pero no podía evitar sentir que mis manos se congelaban.

Me dio sed y me di cuenta de que no tenía agua en la mesita de noche. Con reticencia, salí de la cama y bajé a la cocina. Con la taza en una mano y la otra en la baranda de las escaleras, comencé a bajar pensando en el agua caliente que me esperaba. Este frío realmente que estaba fuerte. Cuando estaba a punto de llegar al primer piso, escuché a Miranda hablando con un hombre.

—Señor Wharton, puede dormir en el dormitorio secundario. La señora no se enterará.

En el primer piso solo estaba el dormitorio de Miranda. En el segundo piso teníamos otros tres.

—No es necesario, dormiré en el auto —respondió Herbert y no pude evitar ponerme nerviosa. ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué había llegado en medio de la noche?

Me preocupé un poco al pensar que había conducido cuesta arriba en medio de la oscuridad para llegar a la mansión.

Histórico de leitura

No history.

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: Novia del Señor Millonario