Novia del Señor Millonario romance Capítulo 99

Resumo de Capítulo 99: Novia del Señor Millonario

Resumo de Capítulo 99 – Uma virada em Novia del Señor Millonario de Internet

Capítulo 99 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Novia del Señor Millonario, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura amor después del matrimonio, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.

Herbert:

Sentí celos al ver a Bella con Klein. No pude despegar mis ojos de ellos y cuando lo vi protegiéndola, mi humor empeoró. Recordé que la había encontrado en la casa de Klein con solo una camisa encima, y me pregunté cuál era su relación. ¿Por qué Bella no le había dicho que habíamos estado casados?

—Herbert, te lo explicaré todo después, ¿está bien? —me pidió Klein mientras tomaba a Bella de la mano y comenzaban a alejarse. Bella me miró con indiferencia y se volteó para seguirlo.

—Herbert, ¿vas a dejar que tu primo me trate así? —me exigió Carolina mientras me agarraba del brazo.

—No dijo nada que no sea verdad —le respondí.

—Herbert, ¿puedes creer lo descarada que está siendo Bella? Solo han pasado seis meses y ya está saliendo con otro hombre. Parece ser que se olvido de ti rápidamente, quizás nunca te amo de verdad. ¿Crees que Klein lo hizo a propósito?

—Cállate —dije, mi humor empeorando cada vez más con sus palabras.

—¡Estoy diciendo la verdad!

—Si no estás feliz, puedes irte. No te voy a detener, pero no arruines la fiesta del señor Reina —le advertí. Me di la vuelta y agarré una copa de vino. Me la terminé de un sorbo.

No había podido dejar de pensar en Bella desde que nos habíamos separado, todavía la quería. Sin embargo, ¿ella ya estaba saliendo con otros hombres? Klein me había dicho que ella estaba casada y con un hijo, ¿y así la había traído a la fiesta como su acompañante?

Klein podía ser un casanova, pero nunca se le hubiera acercado si sabía que era mi ex esposa. ¿Esto significaba que Bella no le había dicho nada a propósito? Apreté los dientes con rabia.

Bella:

Klein y yo nos sentamos en un sofá.

—Lo siento por no habértelo dicho antes, no sabía que ustedes eran primos hasta hace poco.

—Me sorprendí bastante, pero tampoco te lo pregunté. No tienes que pedirme disculpas —me dijo mientras agachaba la cabeza.

—Si tienes algún problema con mi permanencia en la empresa, estaré entregándote mi carta de renuncia mañana —le respondí con aceptación, ahora que se sabía la verdad sobre mi relación Herbert, la situación se volvería muy incómoda. Por eso, no había querido que nadie lo supiera.

Herbert tenía a Caroline y lo único que me quedaba a mí era mi trabajo. No había querido perderlo, pero ahora tenía que ser sincera con Klein.

—¿Por qué deberías renunciar? ¿Qué tiene que seas la ex esposa de mi primo? —me preguntó Klein con confusión.

.

Agarré el cheque que tenía escrita la suma de cuatro mil dólares y en el reverso nuestros nombres. Me sentí un poco incómoda con la idea porque usualmente solo parejas o esposos entregaban cheques en conjunto. No creí que fuera apropiado.

—No creo que sea una buena idea...

—Es solo una donación. Es una muestra de bondad, nadie pensaría mal de ella. Espérame, ¿sí? Iré ahora a dejarlo —me dijo rápidamente y se fue sin esperar mi respuesta.

Intenté detenerlo, pero sin éxito. Debido a que había muchas personas alrededor, no quería causar una escena siguiéndolo. Suspiré y fui al baño para refrescarme.

Después de lavarme las manos, una sombra apareció a mi costado. Levanté la mirada y en el reflejó observé a una Caroline muy enojada.

Dios, que molesta era esta mujer. ¿Cuándo me iba a dejar en paz? Ya me había divorciado de Herbert, me había retirado para que ellos pudieran estar juntos. ¿Por qué seguía causándome problemas?

—Parece ser que te subestimé. Perdiste a Herbert y no te demoraste ni un segundo en seducir a Klein. ¿Tanto quieres formar parte de la familia Wharton? Eres una vendida —me dijo con sorna, yo la ignoré mientras me secaba las manos. Tiré el papel al cesto de basura y me enfrenté a ella con una sonrisa de suficiencia.

—Cuidado, que se te notan los celos. No es mi culpa de que Herbert no se quiera casar contigo. Al menos yo sí pertenecí a la familia Wharton, ¿qué me puedes decir tú?

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