Nuestro Final de Amor romance Capítulo 10

¡La casa estaba vacía!

Toda la sala de estar estaba desordenada, como si nunca hubiera vivido nadie allí.

Diego, que llegó corriendo detrás, instintivamente llamó a María.

—¡Mamá!

—¡Mamá!

Pero por más que gritaba, no recibió respuesta.

Finalmente, entró en pánico, con los ojos rojos, y agarró la mano de Alejandro.

—Papá, ¿dónde está mamá?

El corazón de Alejandro se agitaba con la misma ansiedad. Rápidamente sacó su teléfono y marcó el número de María.

Pero al otro lado solo se escuchó la fría voz mecánica.

[Lo siento, el número que ha marcado no existe.]

En ese momento, Diego comenzó a llorar desconsoladamente.

—¡Quiero a mamá!

La desaparición de María no tardó en ser noticia en toda la ciudad, pero lo que empeoró la situación fue el escándalo de la infidelidad de Alejandro.

Las fotos íntimas de él y Carmen comenzaron a repetirse sin cesar en las pantallas publicitarias de la ciudad durante todo el día.

Aunque Alejandro pagó una gran suma para que las retiraran, los entusiastas seguidores no tardaron en difundirlas en las redes sociales, llevándolas rápidamente a lo más alto de las tendencias.

En poco tiempo, las acciones de Grupo Pérez empezaron a desplomarse.

Los accionistas comenzaron a dudar de Alejandro, e incluso algunos pensaron en pedirle a Eduardo Pérez, el presidente anterior, que interviniera y buscara un nuevo CEO.

Mientras tanto, Diego, en la escuela infantil, fue señalado y acosado por otros niños.

Le decían que, al igual que su papá, no tenía vergüenza, que había dejado a su madre biológica para buscar a la otra como mamá.

Aunque los niños no comprendían el significado de sus palabras, seguramente lo habían oído de sus padres.

A pesar de ser pequeño, Diego sabía que esas palabras no eran buenas.

Y el desprecio y la indiferencia de los maestros solo aumentaban su angustia.

Pronto, comenzó a temer ir a la escuela, y pasaba sus días encerrado en la villa llorando.

Pero Alejandro ni siquiera tenía tiempo para prestarle atención, ya que Carmen estaba embarazada.

Desde que se destapó que Carmen era la amante, la empresa la despidió, y los vecinos comenzaron a lanzarle basura, exigiendo que se fuera del barrio.

Finalmente, sin tener dónde ir, Carmen acudió a Alejandro.

Pero él no tenía intención de dejarla entrar.

Y Alejandro era el candidato más adecuado de su lista.

Mientras María, afectada por su embarazo, vivía preocupada y ansiosa, la dulce y amable Carmen se convirtió en la mejor confidente de Alejandro.

¿Qué tan atento podía ser un hombre con su esposa embarazada y malhumorada? No importaba cuán cariñoso fuera, tarde o temprano se cansaría.

Bastaba con un simple gesto, ponerse un sexy pijama, y el hombre caería rendido.

De este modo, se convirtió en la Señora Pérez, habiendo logrado ya la mitad de su objetivo.

Pero Alejandro también tenía un hijo.

Todo empezó cuando, sin querer, mencionó frente a Alejandro que había estudiado educación infantil.

María, que ya estaba débil debido a las complicaciones del parto, no tenía la fuerza para cuidar de un niño, y un hombre no sabía mucho de cómo cuidar a un bebé.

La aparición de Carmen fue, sin duda, la mejor opción.

Empezó a darle a Diego los dulces y juguetes que María no le compraba, y pronto, el niño se mostró más cercano a ella que a su propia madre.

Diego comenzó a estar más cercano a ella que a su propia madre.

Pero por mucho cariño que Diego le tuviera, nunca sería su hijo biológico.

Así que, tras una de sus noches de pasión, Carmen secretamente dejó caer la pastilla anticonceptiva que tenía debajo de la lengua.

Ahora, al convertirse en la Señora Pérez, su posición estaba mucho más asegurada.