¡Papá compró una humana! romance Capítulo 63

Chase.

¿Por qué los adultos me llamaban solo para preguntar por otros adultos? Ahora ni siquiera podía llamar a nadie porque el señor Fred había decomisado mi móvil para poder comunicarse con mi padre y Rose.

-¿Qué pasa, Chase? – preguntó Amanda suavemente tomando mi mano.

Yo le regalé una sonrisa.

-Es solo que no me gusta ser cachorro en este momento.

-Oh… - Dijo Amanda con cara de comprensión. – Ya llegará tu momento de patear traseros.

-Espero de todo corazón que no. – Dije honestamente. – Eso implicaría que tenemos algún conflicto con otra manada, con los exiliados o…

-Con alienígenas. – Dijo rodando los ojos. – Lo entiendo.

-Iba a decir que con vampiros u otros cambiaformas. – Dije medio divertido. – Como sea, es difícil permanecer quieto cuando sé que podría ser de ayuda.

Ella me miró con curiosidad.

-¿Cómo?

-Bueno, para empezar yo…

Me quedé en blanco y comencé a sonrojarme.

¿A quién intentaba engañar? Era un cachorro sin nada de información sobre la situación de afuera más allá de que venían a atacarnos.

-¿Sabes qué? Mejor le preguntaré al señor Fred en qué puedo ayudar. – Dije levantándome.

El lugar seguro tenía una distribución sencilla que abarcaba la mayor parte subterránea de nuestro territorio: Baños comunales a la entrada, luego la gran cocina y comedor, seguido de algunos cuartos en donde se atendían a los heridos o enfermos, los cuartos familiares uy al fondo estaba lo que designaron como la guardería. Aquí los lobos menores de diez años tenían que permanecer mientras todos los adultos nos protegían.

-Uh… de acuerdo. ¿Quieres que vaya contigo?

-No, quédate con el resto de los niños.

-Está bien, ten cuidado.

-Lo haré. – Dije inclinándome y dándole un suave beso en su mejilla sin pensar.

Ella me miró y soltó una risita nerviosa. Le guiñé un ojo antes de darme la media vuelta.

Soy un galán.

Esquivé hábilmente a las lobas encargadas de cuidarnos. No es como si realmente lo estuvieran haciendo ya que desde que había muerto su Alfa se encontraban deprimidas. Luego el señor Fred les dijo que la guerra venía hacia aquí y simplemente se tiraron para hacerse bolita.

No daban una imagen tranquilizadora a los más pequeños.

Así que prácticamente los niños más grandes se estaban haciendo cargo de los más pequeños. Los niños de mi manada vinieron a mí en busca de respuestas y yo traté de tranquilizarlos diciéndoles que mi padre solucionaría todo con una confianza que incluso yo me creí.

El resto del tiempo había estado sentado en un rincón con Amanda pensando en qué es lo que yo haría en el peor de los casos. Y, la verdad, no tenía un mejor plan que el de esconder a la manada y rezar por un milagro. Todos los buenos peleadores de ambas manadas ya estaban distribuidos, por lo que yo sabía.

Caminé con confianza por el pasillo para evitar las preguntas incómodas de los adultos, como por ejemplo, ¿Qué estaba yo haciendo fuera de la guardería improvisada?

Así que fui directo hasta el cuarto del señor Fred. Había un par de guardias custodiando la puerta y los saludé antes de tocar la puerta.

-¿Quién m****a es?

-Soy yo.

-Entra, chico.

El señor Fred se encontraba caminando de izquierda a derecha por toda la habitación. No se detuvo cuando cerré la puerta.

-¿Qué pasa, cachorro?

-Me preguntaba si había algo que yo pudiera hacer para ayudar.

-No. Regresa a la guardería.

-Debe de haber algo, cualquier cosa. – Dije casi suplicantemente. Me volvería loco si seguía sintiéndome tan inútil.

Él suspiró y detuvo su caminata.

-Escucha cachorro. Eres un chico listo, así que creo que te has dado cuenta del tamaño del problema que los adultos tenemos entre manos. – Dijo pasándose las manos por la cara. – Sé que quieres ayudar, pero me temo que no puedes hacer gran…

Entonces tocaron la puerta.

-Disculpe, Alfa Frederick. – Dijo uno de los guardias. – Aquí hay un chico que dice que tiene un mensaje que transmitirle de parte de la Alfa… Luna Rose.

No culpaba al lobo por esa pequeña pausa; creo que todos estábamos confundidos con el tema.

-Dile que entre. – Dijo el señor Fred cruzándose de brazos.

No me pidió que me fuera, así que como el cachorro curioso que era, fui hacia la cama y tomé asiento.

-Hola, señor Frederick. – Dijo el lobo al entrar. Lucía nervioso; no tendría más de dieciséis años. Lo miré curioso pero él me ignoró. – Disculpe que lo moleste, es que mi Alfa Rose me ha pedido que le deje escuchar una grabación mientras ella y el resto de los guerreros se encuentran arriba.

-Está bien. Tú nombre.

Capítulo 63. Soy un galán. 1

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