Entrar Via

Recuperando a mi Millonaria secretaria romance Capítulo 4

POV Brian Spencer

Tras cerrar la puerta, me recosté con calma contra ella. Respiraba profundamente. Mi mano aún temblaba, no por nervios, sino por la impotencia de no haber despedido al menos a cuarenta personas de mi personal que se me quedaron viendo. Si lo hubiera hecho, muy probablemente los encargados de recursos humanos habrían lanzado el grito al cielo.

Con mi dedo índice, aflojé un poco la ridícula corbata y la camisa para poder respirar. Dejé escapar otro suspiro, algo resignado.

«Esto va a ser una verdadera pesadilla».

En ese momento, sentía que el control que siempre había tenido se estaba desmoronando poco a poco por culpa de Laurent, y eso era peor que cualquier pérdida de contrato. La idea de que ella pudiera dominar mis emociones me carcomía por dentro.

Tomé mi teléfono para verme el cabello: totalmente púrpura, de una manera tan catastrófica que juraría que iba camino a un concierto de rock… o a una convención.

¿Por qué vine?

Simplemente porque no permitiría que Laurent pensara que me ganó. Ante todo, mi orgullo. No dejaría que se librara de mí ni por un día, aunque tuviera que aparecer en sus sueños para molestarla. Pero, en el fondo, había una parte de mí que sabía que no era solo orgullo… era miedo a perder algo que no entendía del todo.

Me dirigí a mi escritorio y empecé a buscar mis reuniones. Sorprendentemente, mi secretaria —o mejor dicho, la lunática de mi casi ex secretaria— organizó todo perfectamente…

Como siempre.

Ella siempre llamó mi atención. Nunca replicaba, siempre decía que sí a mis peticiones, aunque en sus ojos había un fuego inconfundible: si pudiera atarme a un tren justo cuando estuviera por pasar, lo haría. A pesar de todo, me agradaba tenerla a mi lado. En una ocasión, me invitó a la graduación de secundaria de su hermano menor. Había venido a varias fiestas familiares conmigo sin quejarse. Mi familia la adoraba; siempre buscaban emparejarme con ella, pero para mí siempre fue todo estrictamente profesional.

Nada más…

Pero desde ese correo, vi algo que no esperaba.

Ese fuego en sus palabras… me hablaba de una manera que nadie se atrevía. Y eso me hacía perder la calma más de lo que quería admitir.

Mientras visualizaba la pantalla de mi computadora, me observé sonriendo.

¿Lo hacía por ella? Y eso me aterraba porque no sabía qué significaba para mí más allá del ego herido.

Mis pensamientos no terminaron de asentarse cuando la puerta de mi oficina se abrió. Leonard entró sin ser avisado, como siempre. Era uno de los lujos de ser mi hermano, lo cual detestaba. Su sonrisa petulante y su caminar pausado parecían planeados, pero no: simplemente era un tremendo perezoso.

—¡Whao! Entonces era cierto. Pensé que lo que leí en tu correo y los comentarios en los pasillos eran mentiras, pero déjame decirte que son muchísimo mejor.

Escuché una fuerte carcajada mientras se sentaba en mi escritorio, acariciando mi cabello de manera juguetona.

Leonard era el menor de mis hermanos y el padre de Monica. No pudo mantener sus pantalones controlados y se convirtió en padre soltero a los diecisiete. Actualmente era el líder de la zona de informática de todas nuestras empresas.

—Brian, pareces un troll de esa película infantil —apenas podía hablar por las risas—. Muy pronto te escucharé cantar.

Se bajó del escritorio y empezó a cantar “Can’t Stop the Feeling” de la película Trolls. Entrecerré los ojos, listo para matarlo.

—Vaya, con ese talento tan impresionante para cantar, seguro que en poco tiempo te vas a quedar tan pobre que hasta el dinero te va a pedir que le des un poco —revisaba mis correos—. Pero oye, al menos podrás decir que cantas como los ángeles… aunque sin un peso en el bolsillo.

—¿No te han dicho que ese tonito tuyo espanta a las mujeres?

—Sí, y no me interesa.

—Por cierto… —su tono se volvió sumamente juguetón y provocador—. ¿Sabes qué está haciendo Richard?

—No sé ni me interesa.

Richard era mi otro hermano menor, el del medio entre los tres. Coqueto, mujeriego y, sobre todo, extrovertido, lograba que las mujeres lo persiguieran como al flautista de Hamelin. Tenía veintinueve años y, a pesar de ser tres años menor que yo, parecía que socialmente había vivido más. Era el vicepresidente de nuestras compañías simplemente porque no quería toda la responsabilidad… pero sí quería algo para atraer a sus conquistas.

—¿Seguro que no quieres saber?

—Claramente no. Estoy ocupado.

—Richard escuchó por mí que tu secretaria entregó su renuncia, así que la está invitando a salir ahora mismo.

Dejé de teclear.

Mi mirada se volvió dura. Tragué la piedra invisible que tenía atorada en la garganta por algo desconocido dentro de mí que me molestaba. Era miedo… miedo a que me quitaran algo que consideraba mío.

—¿Perdón?

—Bueno, técnicamente no estaría violando tu estricta ley de no salir con empleados si ella renuncia. Él siempre ha querido salir con ella, o al menos acostarse, y como tú nunca diste el primer paso, él se te adelantó.

Apuntó con la cabeza hacia afuera. Por mi ventana templada, donde ella no podía verme pero yo sí, la vi hablando con Richard. Ella sonreía.

Se estaba riendo.

Con él.

El tic nervioso en mi ojo volvió. Me sulfuraba el estómago, como si tuviera ácido en lugar de sangre.

¿No entendía que no quería a ningún hombre orbitándole como mosca?

Todas sus citas las espanté con facilidad. Bastó con amenazas, con llamadas a las oficinas de los idiotas que se creyeron con derecho a invitarla a salir.

Patético.

Cuando un hombre ama de verdad, lucha con todo.

Me levanté con calma, tomé uno de mis informes, y salí de la oficina.

—Entonces, cerecita, ¿qué te parece tú y yo esta noche comiendo en el restaurante más costoso de Nueva York? —Richard, sonriendo con esa maldita arrogancia.

Laurent solo reía.

—Richard, eres tan atractivo como iluso.

—¿Estás confirmando que soy tu tipo?

Laurent arrugó la nariz.

—En realidad no, Richard. Para tu suerte, tengo una cita con mi sofá y N*****x, así que no podré honrarte con mi presencia.

Tan ácida, tan directa. Una joya venenosa.

4. ¿Seguro que no quieres saber? 1

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Recuperando a mi Millonaria secretaria