Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 22

Karina preguntó en recepción y también fue a buscar a la gente de administración.

Por fin, en el cuarto de limpieza, encontró su maletín metálico con candado y clave.

Dentro de él guardaba todo el fruto de años de investigación, todo su esfuerzo y dedicación.

En su vida pasada, con tal de entregarse por completo a la pequeña familia que formó con Valentín, buscó la manera de vender ese maletín. A cambio, recibió una buena cantidad de dinero.

Dinero que, al final, gastó por completo en su intento de quedar embarazada.

Al recordar aquellas inyecciones que le dolían como si le clavaran agujas, la sensación de impotencia y miedo en la sala de operaciones, y la traición oculta tras la mirada afectuosa de Valentín...

Karina acarició el maletín recién recuperado; los ojos se le llenaron de lágrimas, el pecho se le apretó y una oleada amarga la sacudió.

Toda esa rabia y tristeza reprimidas durante tanto tiempo, de pronto la desbordaron y acabaron por romper el escudo de calma con el que siempre se protegía.

Ya no pudo contenerse. Se agachó en el suelo, abrazando el maletín, y se dejó caer en cuclillas.

Las lágrimas cayeron una tras otra sobre la superficie metálica, formando pequeños charcos.

Fue entonces cuando escuchó pasos y voces apagadas fuera del cuarto de limpieza.

De inmediato se secó el rostro y se incorporó, recuperando la postura. Salvo por el color rojizo en la esquina de sus ojos, había vuelto a su expresión serena de siempre, como si la persona que se había quebrado hacía un instante no fuera ella.

Bajó la mirada, con la intención de abrir el maletín para revisar el contenido, pero descubrió que alguien lo había manipulado.

La combinación de ese candado la mandó a pedir, y si se equivocaban tres veces, el seguro se bloqueaba automáticamente.

La mirada de Karina se volvió intensa al instante.

Agarró el maletín y salió del cuarto.

Apenas había avanzado unos metros, cuando una chica joven del departamento de administración la alcanzó.

—Señorita Karina, ¿todavía quiere las plantas que tenía en su oficina?

Karina ni siquiera frenó el paso.

—No, ya no.

Todas esas plantas se las había regalado Valentín, poco a poco.

Ahora que ni a Valentín lo quería, mucho menos a esas plantas.

...

Karina se fue directo a SenTec.

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