Malakai sabía que los problemas se avecinaban con la presencia de una humana en el rancho, pero nada podía hacer, después de todo, Magnus ya lo había decidido, y si le daba la gana, podía simplemente despedir a cada lobo que allí había, hacerlos picaros, y todo porque había reconocido a esa humana como hija, y por un segundo se sintió celoso de esa tal Natalie, se suponía que él sería el sucesor de Magnus, al menos eso le había dicho el viejo lobo, no era por codicia que deseaba tal cosa, era simplemente que sabia cuántos lobos buenos, necesitaban de una manada como la que en ese rancho se había construido.
Sin perder más tiempo, dio la orden de que luego de las tareas diarias, los lobos acudieran al establo, debía dar la noticia y alentar a quienes no estén de acuerdo con la presencia de la humana a irse del rancho, le gustara o no.
Y así fue, Malakai, se puso de pie en el centro del granero, rodeado de los lobos del rancho Red Moon, cuando los últimos rayos del sol se filtraban a través de las ventanas, iluminando el espacio y proyectando sombras en las paredes y los lobos se callaron, expectantes, sabiendo que Malakai tenía algo importante que decir.
— Necesito informarles algo. — comenzó a decir sin rodeos Malakai, su voz clara y firme, como el Alpha que era. — La humana que ha llegado al rancho hoy, se llama Natalie, y es la protegida de Magnus. — apenas y esas palabras salieron de su boca, supo que tan cotillas podían ser los lobos, aunque si debía ser justo, esa noticia pondría a hablar a todo el mundo, no solo a los lobos, ya se imaginaba los rumores que se generarían en el pueblo.
— ¿Entonces, es la hija del Alpha? — pregunto alguien muy al fondo.
— No podria serlo, es humana. — refuto otro y Malakai suspiro tratando de contenerse de gruñir por el alboroto.
— En todo caso, ¿eso que significa? — soltó Nero, más deseoso de ir al pueblo a conquistar a alguna mujer que de seguir perdiendo el tiempo allí.
— Eso significa que nadie tiene permitido acercarse a ella ni hablarle sin su consentimiento. — advirtió la mano derecha de Magnus, provocando que el silencio reinara por escasos segundos, mismos en que los lobos se miraron entre sí, algunos con curiosidad, otros con desconfianza. — Magnus la considera como una hija, y nosotros debemos respetarla como tal. — aclaro molesto, cuando un leve susurro de “el Alpha al fin calentara su cama” llego a sus oídos. — Quien infrinja esta norma se tendrá que ir del rancho. No habrá excepciones. — aseguro dejando ver sus ojos de lobo, provocando que mas de uno tragara grueso.
— ¿Por qué no podemos hablar con ella? — preguntó Nero y Malakai lo miró fijamente.
— Porque Magnus lo ha decidido así. Y porque Natalie es... humana, no queremos que se sienta incómoda o amenazada en nuestro territorio. — y en cuanto lo dijo, se pregunto porque demonios hablaba en plural, ¿Qué le importaba a él si la humana se sentía incomoda? Realmente no comprendía que era lo que le estaba sucediendo ese día.
Los lobos finalmente asintieron, algunos con reticencia, otros con comprensión, aunque Malakai sabía que algunos de ellos podrían no estar de acuerdo con la decisión, pero era su deber hacer cumplir las reglas.
—Recuerden, esto no es una sugerencia. — advirtió colocándose su sombrero. — Es una orden que Magnus me encomendó hacer cumplir, y quien la desobedezca se arriesga a ser expulsado del rancho. ¿Está claro? — Los lobos asintieron en silencio, algunos con una mirada de advertencia en sus ojos.
Malakai sabía que había dejado claro el mensaje, Natalie estaba bajo su protección, y nadie se atrevería a desafiar esa protección, porque todos sabían que luego de Magnus, el Alpha más peligroso en el rancho, era él y así con un gesto de la cabeza, Malakai dio por terminada la reunión y los lobos se dispersaron, algunos murmurando entre sí, otros caminando en silencio hacia la salida del granero y rumbo al pueblo, Malakai los observó, sabiendo que había hecho lo que debía para cumplir con lo que Magnus le solicito, pero también sabía que esto no sería el fin de los problemas.
Y mientras Malakai salía del establo, tratando de comprender, el motivo por el que se sentía tan… extraño, su ser, su mente, nada estaba como siempre, sentía que estaba buscando algo, tal vez… ver a Natalie, Magnus se sentaba en su escritorio, con el teléfono en la mano, se dispuso a hacer justicia para Natalie, se lo debía a Lorenzo, se lo debía a la castaña y con eso en mente, marcó el número de sus abogados, quienes después de unos momentos, una voz respondió al otro lado de la línea.
— Señor Magnus, ¿Qué podemos hacer por usted? — sí, los humanos eran buenas herramientas si la paga era la adecuada, y el viejo lobo lo sabía, tenía a un grupo de mas de diez abogados, que estaban dispuestos a atenderlo a la hora que fuera, y ¿cómo no hacerlo? Si solo él era su jefe, algunas veces no hacían nada por meses, y, aun así, recibían una gran suma de dinero, otras en cambio, como ahora… debería trabajar duro.
— Necesito que compren un lugar en el pueblo. — informo Magnus sin preámbulos. — El más grande que encuentren, y quiero que contraten a personas adecuadas, para que lo a condicione, para hacer un restaurante, nada sofisticado, pero tampoco escatimen en gastos, algo así como… un pasatiempo. — claro que sí, le daría a Natalia algo en que entretenerse, mientras poco a poco le enseñaba a ocupar su lugar, contar cabezas de ganado, crear puras sangres, todo lo necesario, para cuando decida ser ella la jefa de Red Moon y el abogado al otro lado de la línea asintió, aunque Magnus no podía verlo.
— Entendido, señor. ¿Qué tipo de características específicas necesita el lugar? ¿estará a su nombre?
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