El sol aun no mostraba su rostro, pero el rancho necesitaba atención y ese era mi trabajo, ser la mano derecha del jefe tenía ventajas, pero a cambio se debía cumplir, y yo lo hacía.
El rancho Moon red era mi hogar desde hacía quince años, y aunque muchos me miraban sobre el hombro, les dejaba en claro que mi lugar no lo tenía por ser lame botas del jefe, claro que no, apenas era un cachorro de dieciocho años cuando llegue aquí, cansado de ser parte de una manada mal manejada, cansado de la reserva, queria probar la vida en la ciudad, pero claro que siendo un niñato, no tenía mucho que hacer, hasta que supe del rancho Moon Red, y de un Alpha que dejo todo atrás cuando su compañera murió, y aunque en un principio trato de relacionarse con los humanos, poco a poco comprendió que somos de razas diferentes y si bien tiene socios y amigos humanos, solo contrata a lobos y, de todos, yo fui su hoja en blanco, el modelo para ser su sucesor, ya que nunca tuvo cachorros con su compañera, nunca entendí su fuerza de voluntad, o quizás su pena, el respeto que le guarda a su compañera, pues no sería traición si buscara aunque sea alguien que caliente su cama, pero Magnus no lo hace, nunca lo hizo, sin embargo, para nosotros que somos lobos solitarios es otra cosa, una muy distinta que siempre trae problemas, como ahora, que el sol apenas está saliendo y veo a dos novatos caminar hacia mí.
— ¿Y ahora qué? — indago mientras me quito los guantes de cuero.
— ¿Cómo sabes que algo sucede? — indaga Terry.
— ¿Por qué otro motivo, vendrían a verme casi tomado de las manos? — gruño ante la cobardía de no venir de a uno a solucionar sus mierdas.
— Solo buscamos hacerte más fácil tu trabajo. — suelta Terry y casi en simultaneo Nero dice una estupidez mayor.
— Apoyo emocional. — de acuerdo, tal vez si les pateo el culo…ah, no lo hare, debo ponerme en sus zapatos, eso dice Magnus, un buen Alpha hace eso y yo soy un Alpha, ahora solo falta ser bueno.
— Solo digan su m****a y regresen a trabajar. — definitivamente Magnus estará orgulloso de mí, sueno casi igual a él.
— Estamos entrando en época de apareamiento. — sí, no solo son novatos, son apenas unos jovencitos que no han tenido “esa charla” con sus padres.
— ¿Y eso? Si quieres que Nero te haga una mamada pregúntale a él, yo no soy cupido. — no puedo evitar carcajearme ante el rostro de espanto que ponen.
— Eso claro que no, no soy gay. — Terry casi grita, lo que ocasiona que otros empleados rían, tener el oído tan agudo tiene sus ventajas cuando de molestar se trata.
— Solo tenemos miedo de marcar a la incorrecta. — se apresura a decir Nero, estos niñatos definitivamente no saben nada de nada.
—¿Por qué dejaron sus manadas? — indago, recordando que a ellos nunca les pregunte, son tantos, el rancho es tan grande que, para cuando termino de indagar en sus vidas, algunos ya se han marchado.
— Yo no vivía en manada, mi padre tomo de compañera a una humana, ella nunca se adaptó a lo que somos, por lo que mi padre nos prohibió cambiar, mis hermanos no tuvieron problema con su pedido, pero yo… no lo podía controlar, por lo que solo me corrió, mi padre me hecho de mi hogar. — siento pena por Nero, aunque más pena siento por su padre, debes estar muy tonto para tomar a una humana de compañera.
— ¿Y tú? — Terry ve a otro lado, pero ante mi mirada, al fin sede.
— Me abandonaron, o soy huérfano, no lo sé, estaba en un orfanato, cuando llego el cambio, las monjas pensaron que estaba endemoniado o algo, quisieron exorcizarme, escapé apenas pude, vague un par de años hasta que llegue aquí. — sí, tristes historias, estar cerca de humanos no era bueno, no para personas como nosotros.
— Bien, ahora tienen un hogar, uno verdadero, donde permanecerán siempre y cuando respeten las reglas y al que no le guste puede irse, pero nunca regresen.
— Lo sabemos Malakai y créeme que no nos pensamos ir. — sí, eso dicen muchos, pocos son los que se quedan, en especial los lobos que fueron desterrados, eso son los peores, odio cuando Magnus los acepta, siempre sucede lo mismo, les da empleo, un techo, alimento y dinero, y siempre hay alguno que trae problema con los humanos o que se pasa de listo y cree que puede destronar a Magnus, aunque debo admitir que me fascina ver al jefe transformado en lobo, podrá tener sus años, pero aún sigue en forma, demostrando que solo él es el Alpha del rancho y solo sedera su lugar a quien él desee.
— Bien, en ese caso deben saber que en época de apareamiento solo follaran, no sentirán necesidad de marcar a hembra alguna, eso solo pasa cuando encuentras a tu compañera, dicen que tu animal interior enloquece tanto que la marcas incluso sin darte cuenta, por lo que no deben tener miedo de salir y follar, siempre que las hembras den su consentimiento, solo que si toman a alguna humana traten de recordar que ella son más débiles y delicadas, sean suaves, tampoco es necesario usar preservativo, solo podemos preñar a nuestras compañeras y no somos afectados por las enfermedades humanas. — los niñatos sonríen como si les hubiera dado un buen trozo de carne al final de algún tiempo de ayuno, si se cómo se siente eso, follar a todo momento, es una fiebre que todo macho esta más que dispuesto a pasar, aunque siempre es bueno poder controlarte, como lo hago yo y Magnus.
Cerca del medio día me traen al nuevo potro, un pura sangre con el pelaje tan negro como la misma noche, una belleza en todo aspecto, lo veo correr de un lado al otro por el picadero, buscando la forma de escapar, algo que no sucederá.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Rogaras mi perdón.