Victoria se mantuvo en silencio.
Por otro lado, a Claudia le palpitó el corazón; fingió estar tranquila, pero no estaba segura de si podía intimidarla. No sabía mucho de ella, excepto que se tenía en alta estima, así que decidió arriesgarse y abordar la situación desde esa posición. Cuando Victoria no respondió, comenzaron a sudarle las manos debajo de la mesa.
—¿Qué? ¿No estás de acuerdo? —preguntó forzando una sonrisa.
—Pareces nerviosa, ¿por qué? —preguntó, mirándola.
—No, no estoy nerviosa. Es solo que… —Claudia casi reveló lo que de verdad sentía, pero enseguida se detuvo y continuó—: Bien, tómate tu tiempo para pensar.
Tal como Victoria había dicho antes, Claudia realmente quería que tomara una decisión rápida, pero Victoria se quedó absorta en sus pensamientos. La verdad era que más allá de si firmaba el contrato o no, no le importaba mucho; incluso aunque no lo firmara, todo lo que detallaba, a excepción de la primera condición de ir al extranjero y no regresar por cinco años, era algo que quería hacer.
En cuanto a la primera condición, no había decidido a dónde se instalaría, pero sin duda que sería lejos de Alejandro.
—¿Qué piensas? —Si bien le había pedido que se tomara su tiempo, Claudia había estado esperando por un momento y no pudo evitar preguntar.
Victoria no sabía si lo hacía de forma deliberada, pero no pudo evitar decir:
—Pensé que no estabas nerviosa. ¿Por qué tienes tanta prisa? ¿Hay algún error en el contrato?
Claudia estaba estupefacta, pero hizo el mayor esfuerzo para sonreír antes de que Victoria firmara el contrato.
—Bueno, entonces tómate tu tiempo para revisarlo. En efecto, te he estado apresurando, lo siento.
Victoria le echó un vistazo y se tranquilizó.
—Bueno, siempre y cuando respetemos las condiciones del contrato, ¿no nos deberíamos nada? —preguntó.
—Sí —respondió, asintiendo de inmediato.
—Bueno —dijo.
—Entonces, fírmalo —dijo dándole un bolígrafo, tras escucharla.
Victoria miró el bolígrafo por un momento antes de tomarlo, pero en vez de firmar, jugó con él; lo dio vuelva entre los dedos en varias direcciones.
Al verla, Claudia se ponía cada más nerviosa hasta que la otra mujer al final sonrió y dijo:
—No firmaré este contrato.
En ese momento, Claudia abrió grande los ojos.
—¿A qué te refieres? ¿No lo firmarás?
Victoria dejó el bolígrafo con un golpe sobre la mesa y se reclinó de forma tranquila.
—No, no firmaré esta clase de contrato privado.
Sin protección legal y sin un abogado a su lado, no podía firmar un contrato ambiguo. ¿Le debía un favor? Sí, pero eso no quería decir que se vendería para saldar la deuda.
Claudia estaba visiblemente molesta.
—¿Qué haces? ¿Estás tratando de engañarme?
—No —respondió de forma seria mientras sacudía la cabeza—. Si bien no firmaré el contrato, cumpliré todos los requisitos que mencionaste antes. —Hizo una pausa y continuó de forma lenta—: Si no hiciste este contrato para engañarme, entonces no debería importar si lo firmo o no.
Claudia reprimió el enojo, pero la sonrisa no era para nada agradable.
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