Seducida por un extraño (COMPLETA) romance Capítulo 30

El niega con la cabeza ya un poco más cerca de mí, responde con una sonrisa pícara y expresión suficiente.

—Créeme si comienzo a mencionar las cosas que me dicen las mujeres vas a escandalizarte y posiblemente comenzaras a golpearme por decir cosas obscenas.

Mis ojos se abren como platos mientras termina de acortar la distancia que nos separa riendo, y me toma de la cintura, acaricia mi nariz con la suya y me susurra.

—¿Entonces no tengo nada que alagar, según tú, no?

Su voz es baja seductora, sensual, a esa distancia, con su rostro tan pegado a mí y sus manos en mi cintura mi cerebro sencillamente ha comenzado a andar mal, abro mi boca para decir algo pero no sale nada, él sonríe mirándome y continua.

—Para no tener absolutamente nada que alagar creo que acabo de ponerte bastante nerviosa.

En ese instante, apoyo mis manos sobre su pecho y lo empujo para apartarlo de mí, a mi cuerpo lo recorre un ligero escalofrió al escucharlo hablar y por supuesto al sentir el aire salir de sus labios con cada palabra que dice, vuelvo hacer una ligera presión sobre su pecho y esta vez se echa un poco hacia atrás sonriendo con expresión satisfecha.

—Sí, estas nerviosa por mi cercanía.

—No seas imbécil Andrew, nada en ti me pone nerviosa.

Trato que mi voz suene segura, firme pero fracaso en el intento, se nota a leguas que estoy nerviosa, cosa que lo hace ampliar la sonrisa y susurrar aún más bajo.

—Eres malísima fingiendo que no causo ningún efecto en ti.

Vuelve a acercar su rostro al mío y vuelve hablarme en mismo tono bajo y ronco

—Estoy muriéndome por besarte Asier, pero sé que no debo hacerlo aunque —hace una pausa y acerca labios a los míos pero sin tocarlos y continua— quizás también quieras besarme.

Al hablar sus labios rosan los míos quemándolos y un deseo oscuro se apodera de mi cuerpo, necesito besarlo, necesito sentir sus labios sobre los míos, sus manos sobre mi cuerpo, pero de alguna forma controlo las ganas que ha despertado en mí y me aparto de él, en cuanto sus manos y su cuerpo está lejos de mí, vuelvo a respirar y es en ese instante en el que noto que estaba aguantando la respiración, lo escucho suspirar a mi lado y continua.

—O quizás no.

Su voz suena decepcionada pero no le respondo, porque sé que si abro la boca solo le diré que también estoy muriendo por besarlo por lo que me quedo callada y en ese preciso momento se escucha las puertas del ascensor abrirse y la voz de una mujer suena en la distancia.

—Andrew, ¿bebe estas en casa?

Giro a ver a Andrew con curiosidad, el en ese momento levanta el rostros y gira hacia el pasillo con expresión de sorpresa, al voltear en esa dirección aparase en nuestro campo de visión la chica rubia que el llamo el día que vine a trabajar a su lado, la chica al vernos se detiene de golpe y un tenso silencio se apodera de la habitación, luego la chica dice.

—¿Acaso interrumpo algo? —escucho como Andrew gruñe algo que no logro entender y luego un largo suspiro.

—¿Michelle que haces aquí? —su voz es afilada, mordaz, molesta, la joven lo ve con sorpresa.

—Anoche te envié un mensaje, para decirte que venía, me voy a Roma mañana y pensé que podríamos pasar la noche juntos.

Una sensación ardiente comienza a molestarme en el pecho, me giro para mirar a Andrew que esta asesinando a la chica con la mirada, esta da un paso atrás y continúa.

—Pensé que estarías aun durmiendo como anoche fue el evento, quise darte una sorpresa, además no nos veremos por un tiempo y pensé que sería lindo.

Andrew aun no dice nada, yo tampoco digo nada solo paso mi mirada de uno al otro, la tensión puede cortarse con un cuchillo, luego de unos instantes sin nadie decir nada, termino por aclararme la garganta y comentar en voz baja.

—Creo que será mejor que me vaya, si tenías planes no debí haber venido, discúlpame Andrew.

La chica me ve con curiosidad y ¿con pena?, me giro hacia ella, levanto mi barbilla y hablo esta vez más fuerte y con mayor decisión.

—No te preocupes, yo ya me iba —en ese momento la voz de Andrew se escucha en todos lados.

—No Asier, tú no te vas. Michelle por favor te agradecería muchísimo que te largaras, si no te respondí era evidente que no quería que vinieras, así que por favor vete.

Su voz es fría, cruel, dura, indiferente pero sobretodo llena de ira, la chica da dos pasos hacia atrás tambaleándose, su cuerpo no puede con la sorpresa, aunque no me gusta para nada el tono en el que está hablándole, un sentimiento de alegría y emoción invade mi pecho, nadie merece ser tratado de esa manera.

Pero justo ahora que este prefiriéndome a mí por sobre ella, es algo que sencillamente me emociona y sin querer una sonrisa se escapa de mis labios, la chica no aparta los ojos de Andrew que no ha dejado de mirarla con rabia y se vuelve a escuchar su voz esta vez como un susurro amenazante.

—Michelle —la chica sobresaltada esta vez lo ve con odio.

—Eres un maldito imbécil.

De sus labios se escapa esa sonrisa demoníaca que he visto demasiadas veces ya y sé que lo que sea que está por salir de sus labios le herirá irremediablemente, quiero intervenir antes de que le diga algo, pero mi cuerpo no reacciona como deseo, porque la vocecilla en mi cabeza está gritándole muy efusivamente.

Ya escuchaste lo que dijo perra, ahora lárgate de aquí y déjanos solos. Antes de que pueda si quiera intentar a hablar su voz cargada de burla llena la habitación.

—Lo sé, pero lo triste del asunto aquí es que decidiste revolcarte con este maldito imbécil y lo pasaste en grande porque si no, no estarías aquí buscando más. Dejando este punto claro, ahora por favor lárgate, estoy ocupado.

Capítulo 30 Verdades que deberían ser mentiras (II) 1

Capítulo 30 Verdades que deberían ser mentiras (II) 2

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