Aborrezco cocinar.
Es algo que no termino de apreciar y gracias a dios y a toda la nómina eclesiástica del cielo, tengo mucha pasta para pagarme muchos chefs que me hagan la vida fabulosa librándome de la puta cocina.
Hasta Calum cocina y yo sigo queriendo morirme cada vez que por algo muy puntual, me veo frente a una cocina... Justo como ahora.
— Ya les aviso que esto va a ser un asco — grito para las chicas, que están en el sofá, mirando el catálogo de monitores. Resoplé y lo hice en un tono muy alto para llamar la atención básicamente... vamos, que hice un poco de drama y seguían ignorandome.
Lo único que no había en la isla, era bufet. Había que cocinar en cada casa y yo, había perdido en piedra, papel o tijera y ahora estaba jodida viva. Que estrés por dios. Me tocaba cocinar.
Me asomé a la sala, apoyándome en la encimera, pues se veía desde allí y pido ayuda — Rebeca ayúdame por el amor que nos tuvimos — le grité a mi hermana que me miró y cuestionó — ¿Nos tuvimos? — se puso de rodillas en el sofá, mirándome como yo dramatizaba — si no vienes ahora, ya no te voy a amar y te haré la vida tan miserable que vas a odiarme y será un amor en pasado. Así que porfis, por el amor que nos tuvimos ayúdame para seguirlo teniendo.
— Mira, solo para que te calles, con todo el lío que has montado hablando, voy. Pero cocinas tú, yo ayudo— vino caminando hasta mí, y le sacó el dedo del medio a Lindsey, cuando dijo — esa solo va para garantizar su comida y a nosotros que nos den.
Mi hermana terminó riendo a carcajadas cuando le mostré lo que estaba preparando para cenar.
— ¿Un sándwich de pavo? — señaló burlona, las otras vinieron a ver mi enorme acto culinario — ¿Todo este drama por esta mierda?
— Yo me comeré una polla luego, porque definitivamente me quedaré con hambre — acotó Lindsey, pues siendo Lindsey.
Finalmente mi hermana me ayudó a terminar de preparar los sandwiches, ella preparó una ensalada que ni en diez días yo lograría hacer y nos sentamos a comer.
— Cuenta todo puta — me decía Lindsey, que ya estaba vestida para la galería del orgasmo.
La muy ligera ya iba medio desnuda. Tenía un cuerpo que cualquier ser humano, de la preferencia sexual que sea, admiraba. Era un monumento de mujer y una cara preciosa como complemento.
— En mi vida, había recibido un masaje de clítoris... Fue increíble y quiero que Callum me lo haga o lo traigo a Sexland para que aprenda a hacerlo.
Rommy se atoró con su ensalada y bebió vino antes de decir — ¿En serio traería a tu marido aquí? Es que eres de lo que no hay tía.
Las demás rieron y yo me dispuse a contar mi experiencia con el super sexy monitor que me iba a estar dando jaleo toda la semana.
Mi novio si que sabe proponer despedidas.
— Mira tía, tiene unas manos que parece que te van a atravesar el cuerpo de como toca — me recosté en mi silla, mirando al techo y alzando las manos para ponerlas en perspectiva — mueve los dedos, que te mueres cuando te toca — me había ganado su atención y me estaba calentando solo de pensarlo — me imagino lo que hará con la lengua tía, porque es que es súper hot verlo y tiene unos labios que me apetece morder y estirar y chupar y dios, que cachonda estoy.
— ¿Te quieres callar que me estoy mojando? — me reñía Lindsey abanicandose con las manos. Estaba sonrojada.
— ¿Pero no le has dicho tú qué te cuente? — reclamaba mi hermana.
— Claro pero es que me están dando ganas de que me follen y voy a entrar a la galería teniendo un orgasmo en la puerta. Quedaré como el puto culo tía.
Todas nos reímos a carcajadas y terminamos de comer oyendo las intensidades de Rommy, que todo le parecía demasiado. A mi hermana no parecían alcanzarles los días para hacer todo lo que quería hacer allí y a la loca de Lindsey, le faltaba tiempo que contar para llegar a la bendita galería.
Finalmente, estábamos sobre el carrito para ir a la mencionada galería del orgasmo. Nos cruzamos por el camino con varias chicas que iban a dónde mismo íbamos nosotros.
Era una noche calurosa, así que todas íbamos en ropa corta y fresca, y aunque se veía por las palmeras y matas de plátano que movían fuerte sus hojas, que había fresco, yo tenía un calor sobrehumano.
— ¿Cómo se supone que va esto? — preguntaba Rommy, que la pobre era un poco mojigata para este tipo de sitios pero tan buena amiga, que no dejó de venir a pasar la semana conmigo.
— A ver nena — le dije yo, tocando su muslo desnudo, ya que íbamos las dos sentadas detrás y conduciendo mi hermana y mi amiga la fresca delante, ella siempre ansiosa — vamos a ver una galería de orgasmos, supongo que sean cuadros o algo así, que indiquen posturas o cosas similares que pongan un poco de manera gráfica, los diferentes orgasmos que se puedan manifestar de alguna manera artística supongo.
Mi comentario ilustrativo, por decirlo de alguna manera la calmó un poco y el corto resto del camino, lo hizo callada y acomodando su pequeño atuendo.
Yo me había puesto un vestido negro, completamente suelto y sin tirantes, casi que se sostenía solamente por el lazo debajo de mis pechos, era corto y con mucho acceso a piel. Iba buscando guerra y en tanga. Sin sostén.
El lugar estaba al fondo de la isla y se veía un sitio super amplio desde fuera.
— Necesito una copa — dijo Rommy nada más bajarse, sin dejar de mirar el sitio — que sean dos — dijo mi hermana entrando con ella y Lindsey y yo, nos quedamos detrás.
Había luces que sobresalían por el techo del cielo que se adivinaba a cielo abierto.
En la puerta dos tíos buenísimos en tanga solamente y con una pajarita roja, nos recibieron. Esto era surrealista.
— Buenas noches chicas, aquí tienen — nos dijeron y guiñando un ojo, ambos nos dieron a cada una unos paquetitos pequeños de toallitas húmedas perfumadas.
Me quedé mirando aquello y el que me lo había entregado me sonrió alzando las dos cejas divertido.
— ¿Tan intenso va a ser? — pregunté bajito, acercándome un poco a él, que ladeó la cabeza y sonriendo confirmó — esa es la idea.
— ¡Genialllll! — gritó la loca de mi amiga y dándole un pico al de la puerta me tomó de la mano para meterme dentro del lugar y empezar a flipar.
De todas las posibilidades que mi mente creó para encontrar aquí, no estaba nada de lo que veía.
— ¡JODERRRR!...
Mi amiga, tremendamente asombrada miraba exactamente lo mismo que yo, que tampoco daba crédito.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sexland