— ¿Tienes sed, te consigo algo?
— Estoy bien, pero definitivamente luego necesitaré algo
— Hecho, vi una cafetería cerca de aquí
— Genial, quiero algo dulce
Glenn, la dejó en la entrada y aguardó hasta que llegó hasta el mesón de recepción para regresar al auto. En el interior no había mucha gente en la sala de espera y estaba todo muy callado. La recepcionista la vio acercarse y aguardó a que llegara para saludar
— Bienvenida ¿Cómo puedo ayudarla?
— Buenas tardes, busco al doctor Jim Greg
— ¿Tienes cita?
— No
— En ese caso el Doctor no puede atenderla —le sonrió y desvió su mirada a la pantalla
— Insisto, por favor puedes anúnciale que necesito verlo, el accederá
— No ve a pacientes sin cita previa, agende su visita para la próxima —murmuró ignorándola sin ningún interés en continuar hablándole
— Conozco a Jim, vuelvo a insistir, llámelo
— El protocolo dice… —comenzó a recitar con cara de fastidio
— ¿Dónde dejaste tus modales? ¿No se levantaron hoy?—espetó Danielle, harta de su actitud y falta de ganas de trabajar—. Conozco los protocolos, además dónde están tus lentes ¿no ves que estoy embarazada? Esfuérzate un poco
— Entonces vete a casa y no salgas sin cita si estás tan embarazada
— Danielle, hola —se acercó Jim, en cuanto la vio—. ¿Qué está pasando aquí?
— Hola Jim…
— ¡Doctor Greg! —se alarmó la secretaria—. Solo le informaba a la señora que no puede venir sin cita
— Podemos hacer excepciones ¿no ves que está embarazada? ¿Qué pasa con tu criterio? Recuerda que estás a prueba
— Lo siento Doctor, lo lamento señora —se apresuró en disculparse
— Danielle, discúlpame por esto, vamos a mi oficina a hablar en privado
— Gracias
Algo gruñona por la actitud de la secretaria siguió a Jim, distraída, no entendía cómo es que gente como ella, sin paciencia ni modales se busca un trabajo atendiendo público, ni ella en sus peores días de asistente trató a alguien de ese modo. Ni en los días rojos
— Danielle ¿todo bien?
Preguntó Jim, al verla callada.
— Danielle, toma asiento, te ves algo pálida ¿qué pasa? —insistió al no obtener respuesta
— Si, no, yo estoy bien —reaccionó—. Lamento venir de este modo y a molestar pero necesito pedirte un favor
— Por supuesto, solo me ha sorprendido verte aquí ¿qué puedo hacer por ti?
— Sé que eres amigo de Nic, y te voy a pedir que no se lo menciones o me hará sacar a mis gatitos de la habitación —explico a toda prisa—. Me caí y me duele la mano ¿puedes revisarme?
— Claro, por supuesto
— No puedo ir a un hospital por el maldito seguro que contrató Nic, no quiero que lo llamen y lo asusten, está muy nervioso con el asunto del embarazo, no duerme bien, salta cada vez que me levanto al baño, cree que daré a luz mientras hago pis y está resolviendo un problema en el trabajo que ya comienza a ser un dolor de cabeza —explicó—. Solo me duele la muñeca, no es para tanto y no quiero que se enoje con mis gatitos
— Descuida, me alegra poder ayudarte, sé que nosotros —comenzó a decir algo incómodo—. Que nuestra relación se acabó por mi culpa y…
— Pensaste lo peor de mí, pero no fue toda tu culpa, no lo estaba pasando bien y estuviste siendo muy…
— Agobiante —acabó la frase por ella
— Sí, podemos llamarlo así, te pusiste pesado y querías tomar decisiones por mí
— No quería que acabara mal, me preocupabas
— Lo sé, Jim, y honestamente ya desperdicié mucha energía en detestarte
— Me metí en tu vida y no respeté tus decisiones —suspira admitiendo su error
— Fuiste muy lejos
— Lo lamento, tenías razón y ahora estás muy bien
— Eso es por Nic, él, era lo que necesitaba, lo extrañaba
— Son buenos el uno para el otro, eso no pasa muy a menudo, mi amigo está solo pero gracias a ti vuelve a tener una familia y una de verdad no solo por obligación, él, nunca había sonreído tanto
— Lo sé, es radiante cuando lo hace
— Sí, bueno, yo no le diría radiante “feliz”, tal vez, pero dejemos eso de la sonrisa de Nicholas, de lado y vamos a mi consulta a revisar tu mano
Se trasladaron a la consulta donde Jim, la examinó, tenía un esguince leve así que le aplicó un ungüento masajeando su muñeca aliviándole el dolor un poco, le inmovilizó la mano y le explicó que tendrá que estar así por los siguientes 15 días, luego de eso estará bien.
— Puedes ir a visitar a Nic, a la casa, no me molesta, son amigos y antes solían verse seguido —comentó sentada en la camilla al verlo callado
— Ahora está casado, las cosas cambian
— Eso no significa que deba dejar de ver a sus amigos, le vendría bien emborracharse de vez en cuando y desligarse de los problemas con sus papás o el japonés que no descansa
— De acuerdo, te tomaré la palabra
— ¿Ya estoy lista? —de pronto sentía ganas de salir de allí y tomar aire
— Sí, ven, te ayudo a bajar de la camilla
Con cuidado la sostuvo de los codos, acercó el escalón, la ayudó a levantarse y bajar los dos peldaños, y se quedó allí de pie sin moverse, acalorada
— Jim… —murmuró de pronto muy avergonzada
— Dime —la observó curioso, notó el rubor en sus mejillas
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)