— Paciencia era todo lo que se necesitaba —comenta Lee, de pie junto a él—. Cada mamita, lo procesa de formas diferentes, hay quienes se desesperan por tener a sus bebés todo el tiempo con ellas y otras como Dani, con sombras del pasado, recuerdos, miedos, ya sabes un día están en su vientre y al siguiente no, es una emoción difícil de describir
— Me reconforta verla así, en paz
— Bueno, es hora de descansar, mañana es el gran día, le avisaré a Wes y todos vendrán aquí mañana mismo ¿te parece bien?
— Eso suena muy bien, gracias Lee
— Sé un buen papá, a tu modo
— Lo seré
— Me voy a la casa ¿te traigo algo mañana?
— Si, un cambio, le escribiré a Patricia
— Yo le aviso por la mañana
— Me haces un favor y chequeas a mi hermana mañana, va a pasar la noche en la habitación de Robbie, resulta que le gustan los gatitos
— Seguro, nos vemos mañana
Luego de despedirse de Lee, esperó a que Dani, se durmiera para permitirle a las enfermeras llevarse a las gemelas. Cuando finalmente estuvo a solas con ella no pudo dejar de sonreír, la acomodó en la cama, la arropó y entonces vio la libreta púrpura debajo de las mantas que cayó al piso cuando se acurrucó dormida, se agachó a recogerla y entonces recordó lo que le contó Lee, acerca de esa libreta. La observó por varios minutos pero decidió dejarla de lado. La regresó al lugar del que había caído y se fue a descansar a dos metros de su esposa, con el alivio que sentía ahora se durmió profundamente…
La mañana siguiente, el sonido de una fuerte respiración acompañado del inconfundible sonido de alguien sorbiendo por la nariz despertaron a Danielle, la habitación estaba en la penumbra a excepción de una débil luz junto al sillón frente a la cama donde Nicholas, se encontraba sosteniendo la libreta púrpura
— Nic ¿qué pasa? —preguntó intentando sentarse
— Le pusiste Eileen —susurró con la voz quebrada y lágrimas en sus ojos
— Oh cariño ¿estás llorando? Acércate, por favor, ven conmigo
Tomando una profunda respiración Nicholas, cerró la libreta dejándola en el sillón y fue a los brazos de su esposa, ocultó su rostro en el cuello de Danielle, y sin un ápice de vergüenza dejó caer las lágrimas, Eileen, fue su héroe, literal y ahora su esposa decidió honrarla y recordarla llamando a su hija como ella.
— ¿Te parece bien que nuestra niña lleve su nombre? Ambas son tan especiales que quise llamarlas como las mujeres más fuertes y valientes que hemos conocido
— Son perfectas, gracias mi amor, yo…, siempre sentí que estaba en deuda con Leen, y ahora ella tiene otra oportunidad en el mundo a través de nuestra hija al igual que Jaz, son perfectas, te amo
— Yo también te amo y me alegra tanto que me hayas esperado tanto tiempo —suspira recordando su época negra
— Jamás me rindo, te quería solo a ti y no iba a darme por vencido tan fácilmente
— Mi obseso del control —lo besó en los labios sonriendo al sentir ese sabor salado de las lágrimas de ambos combinadas
— Es un alivio escuchar tu voz, creo que Wes, ya me odia
— Lamento haber tardado tanto, es que yo…, necesitaba hablar con ella —murmura dirigiendo su mirada a la libreta púrpura
— Lo entiendo, solo deseo que estés sana y que podamos irnos a casa los cuatro juntos
— Tenemos una familia numerosa
— Y me encanta, tenemos a nuestras niñas y a los monstruitos peludos
— ¿Dónde están mis bebés?
— En unas horas los tendrás aquí, lo prometo
— Gracias Nicholas, no podría haberlo hecho sin ti
— Oye, somos un equipo ¿recuerdas? Yo te ayudo y tú me ayudas ya es hora del olvidar el pasado ¿lista para que todos conozcan a nuestras Sirenitas?
— Muy lista, pero necesito una ducha y tengo hambre, mucha hambre
— Estoy encantado de ayudarte con eso
— Ni lo sueñes, no quiero que me veas desnuda, mi panza solo bajó un poco
— Sueña que me lo vas a impedir, eres mía y este cuerpo seductor es mío en todos sus estados, ríndete
— Te ves exhausto, recuéstate conmigo, aún es temprano
Pidió bostezando y Nic, no lo dudó, se acomodó con su esposa y ambos se durmieron enseguida. Tres placenteras horas sin interrupción. Luego las enfermeras se llevaron a Danielle, para un chequeo completo, mientras que Nic, tomaba una ducha.
— Buenos días, papá ¿cómo te sientes ahora que tu esposa ha vuelto?
— Tranquilo, aliviado, definitivamente seguro
— Vamos a tu primera lección ¿estás listo?
— ¿Mi qué? —preguntó confundido
— Vas a cambiar los pañales de las Sirenitas, tienes que ser un padre moderno, nada de trabajo de mujeres, serán tres contra uno, es mi deber prepararte para eso
— Estoy preparado mentalmente para acceder a todos sus caprichos, mis tres chicas lo tendrán todo
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