— Suficiente de lágrimas, no puedo con ellas, sabes que me incomodan
— Lo sé, es que estoy sensible, emocional y..., la extraño justo ahora
— Dani, yo lo olvidé —se disculpó comprendiendo lo sensible que ha estado toda la noche
— No pasa nada, no pasa nada, cambia la cara, con uno de nosotros arrugado basta
— Ya llegamos
Anunció aliviado. Nunca había sido un viaje tan largo. La reja de acero se abrió y desde ese momento todo se tornó borroso. Bajaron del auto, Nicholas, alzó a Danielle, sobre su hombro y la llevó a la habitación, la soltó sobre la cama y mientras ella se quitaba el cabello del rostro él, se desabrochaba el cinturón y luego el pantalón liberando su dolorosa erección.
— ¿Tuviste eso guardado toda la noche?
— Si y me está volviendo loco
— Tengo sed
Fingió intentar bajar de la cama solo para provocarlo, le encanta cuando pierde el control y se deja llevar por su lujuria, es ardiente.
— ¡Ni lo pienses!
Apoyando una de sus piernas en la cama se inclinó sobre ella con ambas manos en el colchón hundido por el peso de su cuerpo
— ¿Te quitaste la ropa interior?
— No —negó mordiéndose el labio excitada por la perversa mirada oscura que la devoraba
— Te lo advertí traviesa
— Puedes solo dejar de hablar y tocarme de una maldita vez —exigió
Con una sonrisa perversa la agarró de las caderas tirándola hacia su pelvis acomodándola, luego subió el vestido y sin más y haciendo a un lado la pequeña tanga que sabía que llevaba presionó en su clítoris provocándole un gemido que acabó con todo, Nicholas, se agarró la erección y la penetro completamente, que bien se sentía el contacto piel contra piel
— Condón, póntelo —gimió Danielle, intentando no perder la calma
— Voy a acabar afuera, ya no puedo parar
— Nic...
Jadeó recibiendo las primeras estocadas, se sentía tan bien que no le importaba estar sin protección. Sentía que esa noche nada le importaba solo estar con Nicholas, y sentir su deseo, su pasión, Dios, su posesión era un manjar del Olimpo. Su respiración fuerte y excitada, sus ruidos, sus palabras entre dientes que apena entiende, su sudor, sus músculos tensarse, su boca, la parte favorita de su cuerpo. Nunca sabes qué saldrá de ella. Y no solo para dar placer...
Y llegaron a la cima de la montaña más alta, ambos gritando que ya no aguantaban, Danielle, cayó primero y unos segundos después lo hizo Nicholas, saliéndose de ella con un brusco movimiento arruinando su hermoso vestido con el rastro de su explosión de fuegos artificiales.
— Quiero una ducha…
Jadeó Danielle, sin aliento cuando Nic, se dejó caer a su lado en la cama.
— ¿Qué tal un baño en esa tina que mandé a poner solo para ti?
— Suena delicioso —suspiró a gusto
— De acuerdo, pero necesito unos minutos llevaba todo el día aguantándome
— Insaciable ¿qué vamos a hacer en la luna de miel?
— No salir de la cama por supuesto
— Sabía que dirías eso
— Así que ahora lees mentes —soltó fingiendo estar molesto
— No guapo, lo llevas escrito en la frente —rió divertida
— Eso…, sí, debe ser cierto —sonrió con los ojos cerrados—. Vamos hermosa, ayúdame a deshacerme de esta ropa
Estaba completamente vestido, ni los zapatos se había quitado con la prisa, y la de despojarlo de todo a Danielle, le resultó deliciosa. Así que levantándose de la cama pateó sus tacones y enseguida se bajó el cierre secreto del vestido quedándose solo en ropa interior y la diminuta tanga empapada ahora acomodada donde debía. Con la visión de su futura esposa sexy, Nicholas, dejó que le quitara absolutamente toda la ropa y en cuanto estuvo desnudo la jaló sobre su cuerpo para besarla lento, muy lento y apasionadamente hasta recuperarse completamente de su primer round.
Mientras Nicholas, se encargaba de preparar la tina Danielle, buscó entre sus cosas las toallitas desmaquillantes y se quitó el maquillaje corrido, necesitaba refrescarse.
— Iré por un poco de agua ¿quieres algo?
— Que no tardes
— Lo prometo
Envuelta en la bata de Nicholas, y con su cabello acomodado en un rápido recogido Danielle, fue hasta la cocina esperando encontrar a Patricia, y así fue, alimentaba a Muffin.
— Buenas noches Danielle
— Hola Pats, gracias por cuidar a mi Muffin
— No hacen falta las gracias, es un placer, me encantan los gatitos y hace años no veía uno pequeño
— ¿Crees que puedas cuidarlo esta noche? Aun no le digo a Nic, que está aquí
— No faltaba más, con gusto me la llevo
— Genial
— ¿Le preparo algo para comer o beber tal vez?
— Solo vine por un poco de agua
— ¿Le apetece un vaso de limonada?
— ¡Ay sí!
Sin darse cuenta Danielle, estuvo media hora hablando con Patricia, mientras jugueteaba con su gatita hasta que apareció Nic, con sus pantalones de pijama colgando de sus caderas
— Así que aquí es donde te entretuviste
— Oops, lo siento Nic…
— ¿Cuándo llegó el bicho pulgoso?
— ¡Nicholas! No la llames así
Protesto Danielle, abrazando a su gatita contra su pecho.
— Bien, ya dásela a Patricia y volvamos a la cama
— De acuerdo, pero si vuelves a llamarle “bicho” te las vas a ver conmigo
— Ya, ya gatita rabiosa
— Patricia, consíguele donde dormir y esas cosas, buenas noches
— Con gusto, que descansen
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