Un domingo perfecto, así lo sintió Nicholas, justo en ese momento besándose con su prometida sin prisas por ir a ninguna parte y con el único fin de disfrutar de sus bocas unidas. Hasta que Muffin, saltó sobre sus cabezas para atacarlos, claro Danielle, arrastraba los dedos por el cabello de Nic, y eso llamó su atención.
— Tu bestia —se quejó
— Pensé que tú eras mi bestia —murmuró sobre sus labios seductora
— Oh, claro que lo soy cariño —sonrió satisfecho antes de volver a besarla
Y unos golpes se oyeron desde la puerta, la nueva regla de la casa era tocar antes de entrar y esperar a que los autoricen.
— Adelante —soltó Nicholas, de malas
— Lamento la interrupción Nicholas, pero su hermana está entrando a la propiedad
— Cambia el código y que nadie lo comparta —ordenó con fastidio
— Ahora mismo me encargo de eso ¿le digo algo a la señorita Kristall?
— No, ya nos encontrará sola
— El almuerzo está casi listo
— Gracias Patts
Agradeció Danielle, con una sonrisa a la preocupada señora encargada de manejar la casa.
— Tu hermana ¿ocurrió algo anoche? No me has dicho de lo que hablaron
— Mi hermana es una idiota pretenciosa
La besó una vez más preparándose para el huracán Kristall, pero se les adelantó y los sorprendió muy melosos en el sofá.
— Vaya, vaya hermanito pero que espectáculo estás dando
— Es mi casa ¿qué haces aquí?
Incómoda Danielle, se apartó cargando a Muffin, que literalmente estaba metida en medio, se dejó caer en junto a Nic
— ¿Qué es eso?
Y por un segundo su fría y familiar mirada de hielo cambió al descubrir a Muffin, en los brazos de Danielle, con su cabecita peluda observándola, pero enseguida volvió a ser ella
— Un gato —espetó Nic, molesto —. ¿Qué haces aquí? Te he dicho que debes llamar si quieres venir
— No voy a sacar cita para venir a ver a mi hermano
— Es bueno saber que al menos lo recuerdas ¿dónde dejaste a tu nueva amiga?
— Cierra la boca y vamos a hablar a otro lado en privado —le lanzó un dramático desprecio a Danielle, mientras lo decía
— No. desafortunadamente no eres bienvenida, esperamos invitados y todo lo que necesites decirme lo puedes hacer frente a Danielle, mi prometida
— Tú puedes “intentar” decirle todo, pero yo a esta extraña no pienso permitirle nada
— Nic, está bien, voy a llevar a Muffin, con Patts
— ¿Segura? No tienes que salir de la habitación solo por la caprichosa
— No pasa nada
Con suavidad Danielle, acarició la mejilla de Nic, que se mostraba preocupado e ignorado a Kristall, depositó un suave beso en sus labios fruncidos. Se levantó del sofá y los dejó solos para que hablaran.
— No puedes ser más patético ¿a qué juegas intentando ser este lameculos sumiso?
— ¿Jugar? Sabes muy bien que yo no juego hermanita, así es cuando confías en alguien y anoche te lo advertí, es última vez que tratas mal a Danielle
— ¿¡Cuándo la traté mal!? —se alteró
— No quiero volver a escucharte llamarla “esta” o “esa” o a insultarla
— ¿Por qué habría de hacerte caso?
— Soy tu hermano y te lo estoy pidiendo, hazlo por mí, trátala bien, intenta conocerla
— No, definitivamente no
— Entonces tú y yo no tenemos nada más de qué hablar
Se levantó finalizando la conversación, no iba a caer en una discusión justo ese día, lo había disfrutado tanto hasta que Kristall, apareció.
— ¿Vas a darme la espalda por una mujer?
— Te pedí que la aceptaras, que intentes conocerla pero te niegas ¿cómo quieres que te mire a la cara si tratas mal a la mujer de la que estoy enamorado? Haría TODO por ella para hacerla feliz y eso te incluye, si la atacas tendremos problemas
— Le dije a mamá y papá que estás comprometido
— De todos modos se iban a enterar
— ¿Pensabas aparecerte en la casa con tu monita de la mano? —lo provocó
— No, y me estás hartando con tu mala educación
— ¡Calla la boca antes de tratarme de vulgar!
— Entonces deja de actuar como una niñita berrinchuda, si te crees tan sofisticada y “clase alta” compórtate —explotó furioso—. Solo te pido que le des una oportunidad a mi prometida, no quiero apartarme de la familia pero si no me aceptan no voy a rogarles ni mucho menos
— Te estás excediendo conmigo, me tratas como basura —lloriqueó ofendida
— No hagas eso, si te pones a llorar no me voy a quedar mirándote, no esperes que me ablande y te perdone por tú comportamiento
— ¡Soy tu hermana!
— ¡Lo sé! —gritó en su mismo tono—. Razón de peso para apoyarme
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