— Sabes... —comenzó a decir recordando—. Cuando comenzaron las clases fue increíble, ya sabes los profesores, compañeros y todo eso —suspiró con ilusión
— Eres de las pocas ñoñas a las que le encanta estudiar
— Eso no es lindo, no digas cosas pesadas frente a tu bebé
— ¿Algún profesor sensual? —preguntó ignorando su comentario
— Si, varios pero no todos me dan clases así que no podrás ir a mirarlos, conozco esa expresión Mikaela
— Bueno y Niki, está tranquilo con su prometida rodeada de hombres mirones y con un solo objetivo en mente ¿lo está?
— La primera semana me encantaba que me llevara hasta la cafetería, bebíamos un café y se despedía
— Que romántico
— No te burles —protesta
— ¡Lo dije en serio! Mal pensada
— Oops, perdón señora Mikaela, últimamente ya no eres dulce y cariñosa
— Dime más y no, ya no lo soy
— Me dejaba en la universidad y me recogía, hasta que me di cuenta que lo hacía para que no me fuera con mis compañeros, lo pillé discutiendo con un profesor y casi me muero, usó su cara amenazante y su altura para señalarlo con el dedo y prohibirle acercarse a mí, está loco o eso creía, le prohibí ir a buscarme por el bien de ambos, para no discutir por celos
— ¿Cuál fue el trato?
— Estás muy segura que hubo uno —fingió que no lo había, pero la sonrisa casi la delata
— ¡Lo hay! Ya no me hagas sufrir Dani ¿qué le propusiste a cambio de libertad?
— Sexo en la ducha antes de ir a la cama
— Demonios, ya quiero que esta pulga regordeta nazca para recuperar el tiempo perdido ¡tengo envidia!
— Pobre Leo, estas desesperada
— Cierra la boca, todo lo que hacen tú y el guapo es fornicar como animales
— Lenguaje Mika —vuelve a regañarla
— Espera a que nazca para regañarme por eso, necesito maldecir es mi última oportunidad
— Espero que seas suuper cariñosa, esta Mika, malhablada se está pareciendo a su abuela
— ¡Que insulto! Mi abuela es una grosera —se quejó cruzándose de brazos
— Es ruda y divertida —comenta Danielle, recordando a la señora
— No, no lo es, contigo es linda, a mí me trataba como a un niño
— Es que de niña eras taaan llorona, te miraban con el ceño fruncido y ya llorabas a mares desconsoladamente
— Solo era sensible —se queja como niña pequeña
— Bueno, ya tengo los vestidos —anunció para acabar con el tema o lo discutirían eternamente y sabía que solo acabaría con incontables recuerdos de infancia que involucraban a su abuela poco común y muy joven
— Espera, aun no me dices cómo lo haces para ir a la biblioteca o estudiar, hacer trabajos y esas cosas porque ya dejaste claro que Niki, es un celoso de primera
— ¡Dios! Tengo que decirle a Leo que te saque a pasear, qué chismosa
— Escoge un vestido más y respóndeme, quiero saber todo lo que haces después de clases
— Tengo trabajo después de clases, ocasionalmente sexo pero eso lo dejo para la noche y las mañanas y entre cases, el resto del día soy una estudiante promedio que trabaja y ya
— ¿Cómo lo toma el señor Allen?
— Solo han sido un par de veces, llevo solo 2 meses de clases pero tengo que llevarlos a la casa o al hotel —explica mirándola a los ojos—. Pero vamos a la biblioteca como la gente común, no siempre veo a Nic, después de clases es por eso que me “visita durante la mañana” o al mediodía
— Vamos Dani, cuéntame algo jugoso
— Tuvimos la primera pelea —suspira, no se lo había dicho a nadie—. El idiota me compró un auto cuando me robaron el celular en el bus, solo fue una estúpida drogadicta que me empujó y se llevó mi bolso, por suerte solo llevaba cuadernos, pero la perra se quedó con mi pluma favorita
— ¡Oye, no me contaste eso! ¿A qué hora pasó? ¿Dónde andabas?
Con una media sonrisa Danielle, tomó asiento en la poltrona cerca del armario de su amiga y la observó con nostalgia, su vena maternal había finalmente aparecido, la extrañó, aunque en el pasado solo bromeaban cuando Mika, se mostraba protectora y maternal. Ahora la sensación junto con verla sentada en la cama acariciándose la panza le produjo un cálido escalofrío.
— Era tarde, iba de regreso del trabajo después de un largo día, me estaba quedando dormida en mi asiento y no me di cuenta que me miraba, un chico me lo dijo después que todo sucedió, la loca me estuvo siguiendo desde que subí al bus
— Te mato ¿qué hora era? No puedes andar sola en la calle y en autobús
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)