Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 210

—¿La inversión va a fracasar? ¿Por qué crees eso?

Valentín se rió, pensando que era algo absurdo. ¿Cómo no invertiría el heredero del Grupo González en el Grupo Andes? Él prácticamente tenía los resultados en la mano de Alicia.

Alicia le explicó con detalle lo que había sucedido con Jorge: —Justo me encontré con el heredero de la familia González.

—¿El heredero? ¿Lo viste?

—Sí, pero es muy difícil verlo. Solo pude ver su espalda y, antes de que pudiera acercarme más, los guardaespaldas me bloquearon en la entrada de las escaleras del restaurante.

Alicia suspiró con desanimo: —Valentín dime, ¿tienes alguna forma de encontrarte con el heredero y hablar sobre la inversión?

Después de todo, la familia de Valentín tenía dinero, así que tal vez tendría alguna forma de lograrlo.

No quería perder contra Jorge Vicente.

—Eso es fácil de resolver, de inmediato voy a ponerme en contacto.

—Perfecto.

Alicia colgó el teléfono y se levantó apresurada, dándose unas palmaditas en la falda, decidida a regresar.

—¡Vaya, Alicia! ¿Qué haces aquí, escondida en las escaleras? ¿Te pararon los guardaespaldas del heredero de la familia González, verdad?

María, que acababa de ir al baño, al escuchar la voz de Alicia, pensó que había oído mal.

Alicia miró de reojo a María y, con una mirada de desprecio, le lanzó una mirada fulminante: —¿Qué te importa?

—Alicia, ¿por qué sigues peleando conmigo? ¿Por qué tienes que huir de casa por orgullo? Solo porque tienes más seguidores en tus transmisiones en vivo o porque te fue bien en el examen.

Pero esos logros, aquí en Piedraplata, no significan nada.

Sin la familia García, realmente no eres nadie.

Alicia soltó una sombría sonrisas, con una mirada llena de desprecio: —Oh, ¿y si le digo a Jorge que mejor regreso a casa?

La expresión de María se congeló de inmediato. No quería en lo absoluto que Alicia regresara.

Deseaba que Alicia nunca volviera a la familia García para ser la única hija consentida de los seis hermanos.

María trató de mantener un poco la compostura, pero su rostro lo delató por completo: —Pero ya te echó Jorge de casa. No puedes regresar.