Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 765

María agachó la cabeza: —Después de todo, Alicia no tiene una buena relación con ustedes. Seguro espera que la familia García tenga problemas, para obligarte a suplicarle.

—¡María, cierra la boca! Alicita no es ese tipo de persona.

Vicente interrumpió furioso a María, con un tono de advertencia: —No intentes sembrar discordia entre nosotros, los hermanos. ¡Si no fuera por ti, nuestra relación con Alicita no estaría como está ahora!

A Vicente ya no le agradaba María.

Si no fuera porque ella todavía tenía algo de utilidad, ya la habría echado como un perro hace mucho tiempo.

Los ojos de María mostraron una señal de burla: —Vicente, todos estos años, yo no le he hecho nada a Alicia. ¿No han sido ustedes quienes la han estado lastimando una y otra vez?

A Vicente le dio tal rabia que sintió dolor en el pecho: —¡María, estás loca! ¡¿Cómo pude pensar en algún momento que eras más sensata que Alicia?!

María respondió llorando: —¡Pero es la verdad! Yo fui adoptada, siempre he tratado en lo posible de ganarme el favor de la familia García. ¿Cómo me iba a atrever a maltratar a la hija legítima de la familia García? ¿Acaso no quiero seguir viviendo?

—¿Pero no fuiste tú quien varias veces le tendió trampas a Alicita? Aquella vez que fuiste adoptada de manera formal como hija de la familia García, incluso se organizó una fiesta para celebrarlo. Dijiste que Alicita te empujó al agua. Nosotros, para defenderte, empujamos a Alicia y la obligamos a darte esas cosas como disculpa. ¡¿Ya lo olvidaste?!

—No, no lo he olvidado.

María dijo con una expresión de inocencia: —Pero fueron finalmente ustedes quienes empujaron a Alicia al agua para castigarla no yo. Y también fueron ustedes quienes le dijeron que me diera esas cosas como disculpa.

Vicente estaba tan furioso que apenas podía mantenerse en pie.

Porque todo lo que decía María era verdad; ellos mismos lo habían hecho de manera voluntaria.

El rostro de Vicente se torció en una expresión cada vez más dolorosa que un llanto desgarrador: —Todos estos años, en realidad hemos sido demasiado crueles con Alicita... No somos dignos de ser su familia.

Jorge, después de escuchar estas palabras, se sintió algo conmovido, y su sentimiento de culpa hacia Alicia se profundizó aún más.

Murmuró: —Sí... Cuando nació Alicia, fui el primero en tomarla en brazos. En ese preciso momento dije que ella era mi única hermana.

Pero ¿cuándo cambió todo esto?

Desde que María llegó a la casa de los García.