Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 232

Resumo de Capítulo 232 : Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate

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—Entendido, deshazte de esos dos guardaespaldas.

Debido a que los guardaespaldas ya sabían quién era él, no había necesidad alguna de mantenerlos vivos.

Después de colgar, Roberto se dió la vuelta para observar a la joven que se encontraba en la cama del hotel, con una mirada oscura como la tinta.

Alicia se aferraba con fuerza a las sábanas, y su frente estaba cubierta de sudor.

Roberto, sorprendido, se dirigió al médico de la familia que estaba a su lado: —¿Cuál es exactamente la situación? ¿No ves lo mal que lo está pasando?

—Señor Roberto, la señorita ha sido afectada por un nuevo tipo de narcótico utilizado en los bares. Ya le administré el antídoto necesario, pero no puedo garantizar con exactitud su efectividad. El método de administración por aerosol es muy rápido y hemos perdido mucho tiempo.

Roberto, furioso, preguntó con frialdad: —¿Este medicamento tiene algún efecto secundario en su salud?

—Después de que pase el efecto, estará bien, pero sería mejor que alguien la cuidara mientras tanto.

—Salga, y no le diga a nadie lo que ha pasado el día de hoy en este lugar.

El médico apresurado, recogió su maletín médico y se marchó del lugar.

Roberto se le acercó a Alicia, tocó su frente y notó que estaba caliente.

Movió su garganta de manera ligera: —¿Quieres agua?

Alicia, en su delirio, se frotó contra la palma de su mano y luego extendió los brazos para abrazar desesperada su cintura: —Estás tan fresco.

Roberto observó a la joven que se le acercaba y se fue encolerizando cada vez más.

Retiró la mano de Alicia: —Voy a traerte algo de agua.

Tomó una botella de agua fría del refrigerador y, al volver al lado de la cama, notó que el brazo descubierto de Alicia estaba expuesto a cualquier daño posible.

Su vestido ya estaba en el suelo.

Viendo esta escena, la mirada de Roberto se tornó aún más oscura y preocupada.

Se acercó a Alicia: —Levántate y bebe un poco de agua.

Pero el cuerpo de Alicia estaba muy débil, casi sin fuerzas.

Roberto no tuvo más remedio que sostenerla en sus brazos, y la cobija que la cubría se deslizó directo hacia abajo; él torpe intentó de ajustarla.

Roberto la miró fijamente, su voz era angustiada y peligrosa: —Alicia, ¿si sabes lo que estás haciendo?

Estaban muy cerca el uno del otro, su mirada era intensa.

Sentía la boca seca, una sensación desconocida del todo para él, después de todo, era tan solo un hombre.

Alicia lo rodeó con sus brazos y lo besó en los labios.

Su técnica era muy atrevida, casi como si lo estuviera mordiendo.

Roberto agarró su barbilla, su mirada era profunda y peligrosa: —Alicia, sé consciente, reconoce quién soy.

—¡Yo sé quién eres!

Alicia, con seriedad, sosteniendo la cara del hombre: —Si tengo que elegir a un hombre, prefiero que seas tú.

Roberto sintió que su control se desaparecía por completo.

Su razonamiento, parecía estar colapsando en lo absoluto.

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