Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 268

Si Raúl hubiera sabido de esto antes, ¡definitivamente habría confrontado a Alicia de inmediato!

¿Cómo es que incluso Raúl ha empezado a cambiar?

María lloraba de frustración: —Pero casi muero.

—Mari, siempre has sido sensata. Aunque Alicia se haya ido de casa, seguimos siendo una familia, no deberías tomártelo tan a pecho.

Raúl hizo una pausa y agregó: —Además, no hay pruebas que demuestren que Alicia haya hecho todo esto, ¿verdad?

María estaba tan molesta que ni siquiera podía llorar.

¿No eran esas las palabras que usualmente se le decían a Alicia?

Nunca imaginó que un día, el mismo daño se volvería contra ella.

María se sentía terriblemente amargada. Si seguía insistiendo, su imagen pública comenzaría a desmoronarse.

Finalmente, María solo pudo soportar en silencio, sin atreverse a hablar sobre hacer responsable a Alicia.

Pero no estaba dispuesta a dejarlo así.

—

Alicia regresó al dormitorio, donde estaban todas sus compañeras.

Sara, al ver el vendaje en la frente de Alicia, preguntó de inmediato: —¿Te lastimaste?

—Sí, pero ya estoy bien.

Alicia se sentó en su silla mientras Patricia, con sarcasmo, comentó: —Alicia, ¿acaso tenías miedo de perder en la evaluación y por eso fingiste estar enferma para faltar?

Alicia sonrió: —La verdad, sumando a toda la gente del club, no podrían vencerme.

—Alicia, sigue presumiendo. Ni siquiera te atreviste a venir a la evaluación, ¿y aún dices que eres tan poderosa?

Alicia no se molestó en dar muchas explicaciones, cansada de hablar con ellas, que parecían payasos.

Patricia se jactó intencionadamente: —Esta vez, la base también organizó un evento de influencers en línea. Muchos grandes streamers vendrán esta noche a EnVivoPlus. Lástima que no tendrás la oportunidad.

—Solo los miembros del club de la base tienen derecho a participar en este evento.

Después de decir esto, Patricia se fue, vestida con un pequeño vestido y tacones altos.

Observó que tenía varias llamadas perdidas en su celular, todas de un número desconocido.

En ese momento, el teléfono volvió a sonar.

Alicia contestó: —¿Sí, quién habla?

—¿Eres Alicia, verdad?

La voz al otro lado del teléfono sonaba arrogante y condescendiente.

Alicia respondió fríamente: —Sí, soy yo. ¿Quién eres?

—Soy el abogado de la familia Mendoza. Dadas las circunstancias entre tú y nuestra cliente Lucía, quisiera hablar contigo en persona.

—No hay nada de qué hablar. ¡Espero que se reforme y se convierta en una mejor persona pronto!

La persona al otro lado del teléfono se irritó: —Alicia, no te pases de la raya, ¿no temes perjudicar a la familia García?

Alicia sonrió levemente: ¿Perjudicar a la familia García?

¿Acaso eso sería una buena noticia?