Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 447

Después de escuchar las palabras de Pedro, Alicia incluso sintió ganas de reír.

Efectivamente, dignos hermanos de la familia García, su manera de disculparse es exactamente la misma.

Ella habló con frialdad: —Cuando vaya al cementerio, ¿cómo le explico a papá y a mamá? Ya no tiene nada que ver contigo.

Alicia también quería preguntar, ¿en su vida anterior murió tan trágicamente, y cuando María la reemplazó como la señorita García, sus padres también estaban furiosos?

Quizás fueron las almas de sus padres en el cielo quienes la bendijeron, dándole la oportunidad de renacer por segunda vez.

—Alicia, ya te he explicado el malentendido de aquel entonces y también he vengado por ti, castigando duramente a María. Deberías haber visto hoy cómo María estaba cubierta de heridas, ¿qué más quieres?

Alicia recordó que hoy María estaba usando ropa de manga larga y pantalones largos, inusualmente sin llevar falda.

Resulta que era para ocultar las heridas.

Su tono era sarcástico: —¿Esto compensa los sufrimientos que he pasado todos estos años? Eso sería perdonar demasiado a María.

—Entonces dime cómo quieres vengarte, yo puedo hacerlo por ti.

—Dependerá de la sinceridad de su reconciliación.

Después de escuchar esto, Alicia colgó el teléfono, también quería ver hasta qué punto Pedro podría llegar para reconciliarse.

La última vez que hackeó el teléfono de María y fue descubierta, probablemente no podrá hacerlo de nuevo pronto.

Después de que lo descubran, seguramente María usará otro teléfono para comunicarse, el método de encontrar evidencia en el teléfono de María ya no funciona.

Habría sido bueno si pudiera haber guardado la conversación de María con su padre en aquel momento.

Pero eso tampoco es suficiente, después de todo, es un número virtual, María tiene mil excusas para negar eso.

Tiene que forzar a María a un callejón sin salida.

Lo que María menos quiere ahora es ser expulsada de Casa García y perder el trato de la rica heredera de la familia García.

Después de colgar el teléfono, Pedro se miró en el espejo, ahora lamentando por qué dejó que María provocara un conflicto, llevándolo a agredir a Alicia.

Carlos, con hesitación, respondió: —No es que no quiera acompañarte, pero mi madre ha asignado guardaespaldas para vigilarme, y aparte de la escuela, tengo que informarle a mi madre a dónde voy.

María incluso detuvo su llanto por un momento ante este hombre que siempre obedecía a su madre.

—Mari, tranquila, si realmente estás en peligro, llámame enseguida.

Una sonrisa se iluminó en los ojos de María: —¿Entonces vendrás a rescatarme?

—Yo llamaré a la policía por ti.

María, enfurecida, apretó los dientes. Este hombre realmente no tenía corazón. ¿Quién necesitaba que llamara a la policía por ella?

María salió furiosa del aula.

No pudo resistir más y trató de contactar a su padre, pero el teléfono mostraba que era un número desconectado; cada vez que su padre llamaba, usaba un número desechable, nunca uno fijo.

Sin otra opción, María llamó a Jorge en busca de ayuda, en ese momento, él era el único que podría salvarla.