Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 749

Alicia oyó lo que dijo Lucía y de inmediato la miró, con una mirada escrutadora.

En su corazón no pudo evitar hacerse una pequeña conjetura: ¿esto tendría algo que ver con Roberto?

Pero en la superficie, Alicia se mostró bastante tranquila; después de todo, no era algo fácil de comentar.

Después de que Lucía contestó la llamada, su voz tenía un tono lloroso; era evidente que estaba asustada.

Alicia, al ver lo preocupada que estaba Lucía, dejó ver un destello de ironía en sus brillantes ojos. Resultó que la familia Mendoza también sabía lo doloroso que era perder a un ser querido.

Pero en aquel entonces, la familia Mendoza había planeado de la peor manera ese accidente automovilístico que le costó la vida a sus padres.

—¿Alicia, qué miras? A mi madre no le pasará nada en lo absoluto, es buena amiga de la señora Teresa, y la familia González también ayudará a buscarla.

Lucía no quería mostrarse débil ante Alicia, así que le lanzó una mirada desafiante, apretando frustrada los dientes.

Alicia respondió tajante: —¿Estás segura de que quieres seguir perdiendo el tiempo aquí?

—Alicia, no te alegres tan pronto del mal ajeno, sabes a mi madre no le pasará nada.

Lucía estaba preocupada por su madre, así que no tenía tiempo que perder allí y se marchó corriendo.

Alicia miró la espalda de Lucía y su mirada se volvió mucho más profunda.

Sara habló en voz baja: —¿Se lo merece? La familia Mendoza siempre ha sido tan arrogante, seguro que se ganaron a alguien en su contra, por eso pasó esto, ¿no crees?

—No digas tonterías, si Lucía se entera, se volverá contra ti.

La verdad Alicia no quería que Sara se metiera en problemas.

Después de todo, Lucía ya tenía mala opinión de ella; si se enteraba de lo que había dicho Sara, sin duda alguna vendría a buscar problemas después.

Sara contestó de inmediato: —Lo entiendo, tendré más cuidado la próxima vez.

—Entonces me voy.

Alicia no dijo nada más y se marchó. Tal como esperaba, vio el auto de Roberto estacionado al borde de la calle.

Se apresuró a acercarse, abrió la puerta del auto y se subió.

—Es para ti.

Roberto le entregó una bolsita muy delicada; adentro había unos bocadillos.

Alicia la miró con dulzura: —¿Aún tuviste tiempo para comprar esto?

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