Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 89

Alicia escucha las palabras jactanciosas de María, pero no muestra emoción alguna.

Después de todo, ahora puede ganar su propio dinero.

Con expresión serena, le dice a la empleada: —La talla está bien, empáquelo, por favor.

—Alita, ¿solo vas a comprar estas dos prendas? ¿Acaso el médico de la escuela con quien sales no quiere gastar dinero en ti?

Carmen se burla: —Alicia, ¿acaso pretendes ser rica? Aquel día, el médico alquiló tantos autos de lujo para recogerte, ¡qué espectáculo! Lástima que todos eran alquilados.

La sonrisa de María crece; finalmente siente que ha obtenido una ventaja.

Sosteniendo su bolsa de compras, Alicia responde: —Al menos el dinero que gasto lo he ganado yo misma; no dependo de nadie.

—Alita, depender de la familia también es una forma de felicidad. ¿Por qué luchar con ellos? ¿No sería más fácil regresar y mostrar un poco de debilidad? No sabes cuánto envidio que tengas tantos familiares.

Laura, que no puede soportarlo más, interviene: —María, deja de fingir que te importa. Si no hubieras provocado conflictos entre ellos, ¿habría huido Alicia de casa? ¡Todo es culpa tuya!

María ríe satisfecha: —Pero mis hermanos me prefieren a mí, creen que soy la hermana adecuada, no puedo hacer nada al respecto. No es mi culpa.

Alicia decide no perder tiempo discutiendo con María.

En su vida pasada, se habría enojado y entristecido, incluso discutido por estas cosas.

Ahora, no le importa que sus hermanos prefieran a María.

Sale de la tienda mientras Laura, furiosa, le lanza una mirada despectiva a María: —Aunque te sientas orgullosa, no eres la verdadera señorita de la familia García, solo una impostora.

Al escuchar esto, María aprieta los dientes de rabia.

Está decidida a expulsar completamente a Alicia de la Casa García algún día, y entonces ella será la señorita de la familia García.

—

Después de que Alicia se va, Laura, aún a su lado, dice con enojo: —Alita, ¿cómo puedes tolerar que María te trate así?

—No me enojo, ¿por qué te enojas tú?

—Pero tú eres la verdadera hermana, no entiendo. Antes pensaba que era tu carácter el problema, que por eso no eras querida. Pero ahora veo que no tienes la culpa, debe ser María quien te ha difamado.