Los tres pequeñines se despertaron.
Luca echó un vistazo al reloj sobre la mesita de noche y casi se le sale el alma del cuerpo.
"Ay, ya son más de las diez, ¡esto está mal, esto está mal, mami y madrina deben estar con el estómago vacío!"
El chiquillo se quitó las cobijas de un tirón y salió corriendo aún en pijama.
Laín y Ledo también se empezaron a levantar.
Carol y Tania seguían de cháchara en la sala, cuando vieron a Luca llegar todo afanado, le preguntaron,
"¿Qué pasa, Luca?"
"Mami, madrina, ¿tienen hambre? Ya mismo les preparo algo de comer."
Luca intentó ir a la cocina con sus pasitos apurados, pero Carol lo detuvo,
"No hace falta, ya comimos. Su desayuno también está listo, vayan a lavarse y después vengan a comer."
"¿Ah? ¿Lo hizo mami?"
"No, lo trajo un hombre."
"¿Un hombre?"
"Eso es, después te cuento, ve a lavarte y de paso despierta a tus hermanos."
Luca soltó un 'ah' y se dio la vuelta para volver a su cuarto.
"Mami dice que un hombre nos trajo desayuno."
Al oír eso, Laín y Ledo coincidieron, "¿Y ese hombre de dónde salió?"
"Ni idea."
Sin lavarse, Laín y Ledo corrieron a preguntarle a Carol.
Les preocupaba que de repente apareciera un hombre al lado de su mamita tonta.
Carol les explicó con una sonrisa,
"Es el esposo de otra de sus madrinas, también es un viejo compañero de mami. Se enteró que vinimos a Puerto Rafe y vino a vernos, y de paso nos trajo desayuno. Incluso fue a verlos a su cuarto, pero estaban durmiendo."
Laín y Ledo se tranquilizaron al oír eso.
Aun así, Laín revisó las cámaras de seguridad y luego investigó un poco sobre Enrique.
Enrique tenía varias etiquetas:
Nacido pobre, yerno de familia adinerada, joven con aspiraciones, tiburón del comercio, mantenido, el mejor esposo del universo.
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