Soy la esposa del tío de mi ex romance Capítulo 78

Hugh Glenn rio en su cara.

—¡No te dije que esta perra era la peor de todas, ahora lo has visto con tus propios ojos! Pero ¿Qué hiciste? ¿Me enviaste a la cárcel tantos años?

Andrés se puso frente a ese tipo.

—¡Eras un delincuente, no merecías un destino diferente!

La empleada llegó.

—¿Señor? —exclamó al escuchar los gritos.

—¡Llama a los guardias! Este delincuente se va a ir de mi casa —sentenció

—Puedo irme solo, querido, pero no olvides como está mujerzuela te engañó conmigo, y no sabes cómo lo disfrutamos.

Andrés le dio un fuerte golpe en el rostro, los guardias intervinieron.

—¡Saquen a esta basura de aquí! —exclamó con rabia.

Cuando quedaron solo, Andrés alzó la mano, estuvo a punto de golpear a Fátima, pero se detuvo.

—¡Vales tan poco, que ni un golpe mío lo vales! ¡Te vas de mi casa! No quiero volver a verte.

La mujer abrió ojos enormes, no podía creer en sus duras palabras.

—¡Andrés, por favor!

ÉL la tomó del brazo, la empujó con fuerzas

—¡Ve por tus cosas! —gritó a la empleada que asustada fue hasta ahí de inmediato—. Ayuda a la señora a empacar sus cosas, la quiero fuera en menos de media hora.

—¡No puedes hacerme esto, Andrés! ¡soy tu esposa! No una cualquiera

Andrés sonrió.

—Tú nombre es sinónimo de una mujerzuela, que miente y que es una rastrera, ¿olvidas que fingiste una violación para cubrir el hecho de que me engañaste y me hiciste criar a un hijo que no era mío? Por lo menos el pobre Ismael nunca supo lo asquerosa que eres.

Fátima alzó la mano, casi le pegaba, pero él la detuvo.

—¡No me tocas! Te quiero fuera, olvidaste que esta mansión es mía, el dinero también es mío, ¿Qué hiciste tú todo este tiempo? Nada de lo mío es tuyo, si mal no recuerdo tienes suficiente dinero que te di en nuestra separación, ahí firmamos un acuerdo, en adelante la casa, el dinero y la empresa, todo es mío, eso fue el acuerdo para volver a estar juntos, bien, eso se acabó, ¡Lárgate de mi vida para siempre!

Andrés fue hasta el despacho, mientras Fátima se echaba a llorar al verse acabada.

La mujer subió a la alcoba, corrió a la empleada apenas la vio ahí.

En lugar de empacar, Fátima se sentó en la esquina de la cama, se echó a llorar, pataleó el suelo, se sentía acabada, no estaba dispuesta a aceptarlo.

—No me iré de mi casa, no perderé todo por el maldito Hugh Glenn.

Álvaro despertó, no había podido dormir bien, se levantó y recordó lo que había hecho, se lavó el rostro, luego llamaron a la puerta.

Se dio cuenta de que su madre no estaba, mientras Nicol debía estar en la habitación dormida.

Al abrir la puerta miró a ese hombre.

—¿Usted? ¿Ahora es libre?

—Al fin pude comprar la justicia, querido nieto, ¿No me darás un abrazo?

Álvaro se quedó con sus pies aferrados al suelo.

—No, usted no es mi abuelo, mi único abuelo es Andrés Ford.

Hugh Glenn sonrió.

—Eso lo dudo, porque él no es tu abuelo, ni nunca lo seré, no eres un Ford, ahora sé que has lavado mucho dinero, la policía está tras los pasos de la empresa Ford.

Los ojos de Álvaro se volvieron enormes.

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