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Te Arrepentirás de Haberme Perdido romance Capítulo 7

—¿Cómo terminaste tan lastimado?

Apenas esa voz resonó, el semblante de Cristóbal cambió al instante y, sin dudarlo, apartó de un empujón a la mujer que tenía junto a él.

Nora estuvo a punto de perder el equilibrio. Cuando alzó la mirada y vio a la mujer que acababa de entrar, se quedó pasmada.

Dalia, con pasos firmes sobre sus tacones, esquivó los pedazos de plato roto esparcidos por el piso y se adentró en la habitación.

Había llegado con prisa. Su cabello castaño oscuro, en rizos, lo traía recogido de forma despreocupada, dejando a la vista su cuello claro y elegante. Aunque su atuendo y peinado eran relajados, en sus ojos relucía una determinación que imponía respeto.

—Dalia —Cristóbal se recargó en la orilla de la mesa; sus ojos destilaban hielo—. Fue Mateo quien empezó, ya no aguanté y por eso me defendí. No pienso volver a trabajar con él, jamás.

Dalia ni se sorprendió al escuchar eso.

En todos estos años, cada vez que alguien le llevaba la contraria a Cristóbal, él salía con el mismo discurso: “jamás volveré a trabajar con esa persona”.

¿El resultado? Los artistas de la compañía sin proyectos, y ella, como gerente de relaciones públicas, tenía que ponerse la camiseta de representante, ir a buscar directores y guionistas para disculparse, a veces hasta acompañando tragos de por medio.

Con voz tranquila, Dalia soltó:

—Este no es el momento de hablar de eso. Estás muy lastimado y necesitas que te atiendan en el hospital. Los reporteros están apostados afuera, así que saldrás por la puerta trasera.

—Está bien.

Cristóbal respiró aliviado y la miró con una mezcla de gratitud y cansancio.

—Menos mal que te tengo.

Dalia no le contestó. En cambio, giró la cabeza y ordenó:

—Pedro, quédate aquí para encargarte de esto. Yo acompañaré al señor Guzmán al hospital.

El hecho de que le dijera “señor Guzmán” en vez de “esposo” lo dejó helado por un instante; una sensación extraña le recorrió el pecho.

Dalia tomó las llaves del carro y, justo cuando se disponía a ayudar a Cristóbal a salir, una voz aguda y lastimera la detuvo.

—Señorita Méndez…

Solo entonces se dignó a mirar a la mujer que todo ese tiempo no había dicho ni una palabra.

Nora, con los ojos enrojecidos, se adelantó para hablar con voz suave y temblorosa:

—Todo esto fue por mi culpa. Cris no soportó ver cómo ese director me trataba y por eso se peleó con él. Perdón por hacerte venir a estas horas a solucionar el lío, de verdad, yo tengo la culpa.

Dalia la observó, inexpresiva, y contestó con frialdad:

—Si de verdad quieres asumir tu culpa, ¿por qué no das la cara y haces una declaración pública? Así nos ahorras trabajo en el área de relaciones públicas.

—Eh… —Nora se quedó sin palabras, desubicada.

Cristóbal, con la mirada oscurecida, se apresuró a tomar a Dalia del brazo.

—Ella es Nora, la actriz que estuvo en la cena de hoy. Dalia, solo actué porque me dio lástima ver cómo la trataban. Ya, olvida eso, ven conmigo al hospital.

Estaba desesperado por borrar cualquier rastro de conflicto.

Capítulo 7 1

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