Resumo de Capítulo 1001 – Capítulo essencial de Ten cuidado, mi papá CEO por Internet
O capítulo Capítulo 1001 é um dos momentos mais intensos da obra Ten cuidado, mi papá CEO, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Amor, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
“Tengo que quedarme aquí y proteger al presidente Zachary”. Claude se sintió aliviado al saber que Candace había sido liberada de la comisaría.
“Yo cuidaré a mi papi ahora. Ve”. Sebastian le empujó.
Claude seguía negándose a irse hasta que Simon habló: “Ve. No necesito tu protección en este momento”.
Claude miró a los dos y asintió. “Sí, señor”. Era como si simplemente siguiera una orden para recoger a Candace.
Sebastian y su papi caminaron hacia la entrada del hospital. Sebastian suspiró y dijo: “Si no fuera por mí, el tío Claude estaría soltero el resto de su vida”.
Simon miró a su hijo y le dijo con una media sonrisa: “No esperaba que tuvieras el potencial de ser un casamentero a una edad tan temprana”.
“¿Cómo puedes decir eso, papi? Tienes que ser una persona especial para que te trate tan bien”. A él no le gustaba que le llamaran casamentero.
Cuando los dos se dirigieron a la puerta, se toparon por casualidad con Sharon, quien venía del otro lado del hospital y tenía una expresión terrible en su rostro. Simon frunció el ceño al ver esto. ¿No dijo ella que se dirigía al laboratorio? ¿Cómo terminó en el hospital?
“¿Por qué estás en el hospital, mami?”, preguntó Sebastian. Sharon tampoco esperaba encontrarse con el padre y el hijo en ese lugar.
“¿Qué están haciendo ustedes aquí?”, preguntó ella sin pensarlo.
“Yo te pregunté primero, mami, así que tienes que respondernos primero”.
Simon también la estaba mirando sin parpadear. Él frunció el ceño con preocupación y preguntó: “¿Te sientes mal? ¿Por qué no me dijiste?”.
Cuando Sharon miró a su hijo, ella volvió a recordar lo que había dicho el médico. Había una punzada de tristeza en su corazón y por poco la mostró delante del niño.
Ella frunció los labios de mala gana y dijo: “Me... me dolía un poco el estómago, así que vine a que me revisaran”.
“¿Dolor de estómago? ¿Qué dijo el médico?”. Simon se preocupaba mucho por incluso el asunto más insignificante si este involucraba a Sharon.
Ella no había actuado con normalidad después de volver a casa del hospital. Cuando empujó la puerta del laboratorio y entró, vio a Sharon sentada con la espalda apoyada en la puerta. Había un tubo de ensayo en su mano, pero ella estaba inmóvil. Parecía estar tan sumida en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que Simon había entrado.
“¿En qué estás pensando?”, murmuró él de repente por detrás de ella. Esto la hizo saltar por la sorpresa.
“¡Ah!”. Todo el cuerpo de Sharon se sacudió, y el tubo de ensayo que tenía en la mano cayó al suelo y se hizo pedazos. El líquido que contenía el tubo de ensayo se derramó por todo el suelo, y como era un nuevo perfume que había preparado, la fragancia impregnó la habitación en un instante.
“¿Por qué entraste sin tocar la puerta?”. Sharon se puso en cuclillas para limpiar el desastre en el suelo.
“Lo hice, solo que no me oíste”, dijo Simon inocentemente.
Sharon frunció el ceño y se preguntó si él de verdad había tocado la puerta.
“¿Qué ocurre? ¿Por qué luces tan desanimada?”, preguntó Simon. Los movimientos de Sharon se detuvieron por un momento, y una mirada sombría apareció en sus ojos...
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