Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 1319

La expresión del director Zimmermann cambió inmediatamente al ver que ella se estaba yendo. Él gritó: “¡Detente allí!”.

El asistente del director Zimmermann bloqueó el camino de Fern y le impidió salir.

Ella frunció el ceño y se giró para mirar al director Zimmermann. “¿Tiene algo más que decir?”, preguntó ella con un tono gélido.

El director Zimmermann la miró fijamente con frialdad mientras se burlaba: “Deja de actuar como si no supieras nada. Siéntate si quieres ser la protagonista femenina. Hazle compañía al señor Stewart y cena con él como una buena chica”.

“Ya le dije que no...”. Antes de que pudiera terminar de hablar, el asistente del director Zimmermann la empujó hacia un lado de la mesa del comedor y la apretó contra el asiento.

Ella lo evitó inmediatamente. Aunque el pánico bullía en su interior, ella seguía luciendo extremadamente tranquila en el exterior. “¡Váyanse! ¿Qué están haciendo? Les dije que no lo acompañaré. ¿Van a obligarme?”.

“¿Cómo te estamos obligando? ¿No has venido aquí por tu propia voluntad?”, se burló el director Zimmermann. Todos ya se habían sentado en sus asientos y se estaban riendo burlonamente de ella. Era como si estuvieran viendo un espectáculo.

“Director Zimmermann, no sea tan brusco con las mujeres. Debe apreciar algo tan hermoso y delicado”. El señor Stewart no había conocido a una mujer tan temperamental como Fern en mucho tiempo. Cuanto más se resistía ella a sus avances, más se interesaba en ella.

Él se acercó a Fern mientras hablaba.

“¡Piérdete!”. La piel de gallina se levantó por todo el cuerpo de Fern. La mirada depredadora y lujuriosa de los ojos del hombre era repugnante.

El señor Stewart no se enfadó. Él se sirvió una copa de licor y levantó el vaso hacia ella. “Si no quieres comer, entonces tómate una copa conmigo”.

Una vez que los demás escucharon lo que dijo, ellos colaboraron inmediatamente con él. Dos hombres se acercaron y le agarraron las manos para que no se moviera. Ellos la presionaron con firmeza sobre su asiento.

Después de beber unas cuantas copas de licor fuerte, Fern se sintió ligeramente mareada. Los hombres la soltaron. Ella se apoyó débilmente en la mesa y jadeó ligeramente.

El señor Stewart se sentó a su lado y la rodeó con sus brazos. “Las mujeres hermosas que no toleran bien el alcohol son mis favoritas...”. Él luego bajó la cabeza para besarla.

Fern alcanzó a ver los repugnantes dientes amarillos del hombre tan pronto como levantó la cabeza. Su corazón dio un vuelco, ¡y le dio de inmediato una bofetada en la cara!

¡Paf! La fuerte bofetada resonó excepcionalmente en la habitación. Todos estaban sorprendidos.

¡Qué atrevido de su parte!