Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 1605

“Doctor, por favor, trate su herida lo antes posible”. Quincy se apartó para dejar que el médico se acercara. Ella luego miró a Dayton con preocupación y preguntó: “¿Tienes alguna otra herida? Cuéntale todo al médico”.

Dayton sonrió al verla tan preocupada por él. Él levantó la mano para pellizcarle la mejilla mientras decía: “Eso es todo. ¿Por qué estás tan preocupada? Es solo una pequeña herida. Tu hombre no va a morir”.

Para él, esa herida no era gran cosa. Su herida más grave era la que ella le había infligido. Ella le había clavado un cuchillo en el pecho que casi le quitó la vida.

Quincy había tenido suficiente de las palabras de él. Ella le apartó la mano con irritación y le dijo: “No estoy de humor para bromear contigo”.

El médico revisó la herida de Dayton y dijo: “Parece que su herida fue causada por un rasguño contra los arrecifes del océano”.

Dayton asintió con sinceridad y dijo: “Sí”.

Quincy se sorprendió una vez más. “¿Arrecifes del océano? ¿Te metiste en el océano? O...” Ella miró a Tia, quien estaba a su lado. ¿Se metió en el océano para rescatar a Tia?

Tia seguía inconsciente, aunque el subordinado de Dayton llevaba un rato haciéndole compresiones en el pecho. Para evitar que pasara algo, Dayton le ordenó al subordinado: “Dale la respiración boca a boca”.

“¿Eh? ¿Respiración... respiración boca a boca?”. El subordinado estaba ligeramente sorprendido.

“¿Por qué te quedas quieto? ¿Quieres que se muera?”, gritó Dayton con frialdad.

El subordinado no se atrevió a retrasar más las cosas después de escuchar lo que dijo. Él pellizcó la nariz de Tia y le abrió la boca. Luego colocó su boca directamente sobre la de ella y le sopló aire en la boca.

El médico que estaba tratando la herida de Dayton era extremadamente hábil. Él terminó de desinfectar su herida y le aplicó rápidamente una pomada. En ese instante le estaba ayudando a vendar su herida.

“Ah...”. Tia finalmente mostró una respuesta. Ella se sentó erguida después de escupir unos cuantos tragos de agua del océano.

Ella escupió el agua del océano en la cara del subordinado que le estaba haciendo la respiración boca a boca. Tras esto, el subordinado se dio la vuelta por las arcadas que comenzó a tener.

Al ver la escena, los otros que estaban a su lado sintieron ganas de reír, pero no se atrevieron. Ese tipo tenía muy mala suerte.

Tia seguía tosiendo repetidamente. Ella jadeó erráticamente y vio al subordinado que estaba vomitando frente a ella. “¿Por qué estás vomitando?”, preguntó ella con enfado.

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