Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 230

Al poco tiempo, todos los platillos que él había ordenado fueron presentados en la mesa. Parecían elegidos según las preferencias de ella. Ella no pudo evitar jadear para sus adentros. ¿Cuándo tomó nota ese hombre de toda su comida favorita?

Este hombre era realmente muy detallista a veces, hasta que daba miedo.

Finalmente, el camarero trajo una botella de vino tinto. Sharon se sorprendió un poco al mirar al hombre que estaba a su lado. ¿Incluso preparó vino para la ocasión?

“Tu lesión no ha sanado por completo y todavía estás tomando medicamentos. No puedes beber alcohol”.

“¿Cómo podríamos saltarnos el vino durante una celebración?”.

“Entonces solo puedes beber una copa”. Ella sirvió el vino e hizo un brindis con él.

Simon tomó un sorbo de vino y luego dijo: “Gracias por cuidarme estos días. Esta es nuestra primera celebración juntos y espero que continúes celebrando el resto conmigo”.

Sharon lo miró desorientada. ¿Se emborrachó después de solo un sorbo de alcohol? ¿Habría otras celebraciones?

“Está bien. Estaré justo a tu lado”, dijo ella algo involuntariamente. Ella aún no sabía qué tan profundo era su sentimiento hacia él, y quería acercarse, pero tenía miedo de resultar lastimada.

Estar con él la haría preocuparse constantemente por las ganancias o pérdidas personales.

Hablando francamente, Simon nunca antes había celebrado este tipo de cosas con ninguna mujer. Él no era una persona romántica y había vivido una vida muy disciplinada. Y mucho menos cuando había sido criado bajo la supervisión de Penelope, quien era la reina original de lo aburrido.

Poder celebrar este hito con ella ese día era un acto sin precedentes para él.

Era solo que ella no estaba muy consciente de esto.

Como Sharon no le permitió beber, ella fue la que se bebió toda la botella.

Después de la cena, Sharon ya estaba borracha y el conductor los llevó de regreso al apartamento.

Al principio, Simon quería llevarla al cine o hacer otra cosa, pero al ver que ella se había emborrachado tanto que sus mejillas estaban rojas y parecían algo aturdidas, tuvo que llevarla a casa.