Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 676

Jim, quien había sido rechazado por Riley, continuó molestándola: “Puedo comprar una isla mejor que esta. ¡No rechaces mi oferta!”, exclamó él.

Riley se burló y dijo: “¡No creo que tengas el dinero para hacerlo!”.

“¿Cómo es posible que creas eso? Soy el tercer Joven Amo de la casa de los Newton”.

“¿Y qué si eres el tercer Joven Amo? Solo es un título. No eres el jefe de la familia...”, dijo ella. Además, él era un hijo ilegítimo.

“¿Me estás menospreciando?”, preguntó Jim con el ceño fruncido.

Riley no era alguien que se aprovechaba de los demás. Ella hizo un gesto con la mano y dijo: “No, no. No me atrevería a menospreciarte”.

“Oye, espérame, Shar...”.

Sharon y Simon se habían adelantado. No querían escuchar la disputa entre amantes.

Ellos llegaron a la isla y alguien ya los estaba esperando allí.

“Presidente Zachary, señorita Newton, están aquí. El coche está preparado”, les dijo el Gerente Weiss, la persona a cargo de la isla.

Ellos subieron al coche turístico y se dirigieron a su alojamiento.

El coche aceleró a través de filas de palmeras antes de detenerse finalmente frente a una villa extravagante y espléndida.

“Presidente Zachary, he decorado las habitaciones como ordenó. Ya pueden entrar en sus habitaciones y descansar un rato. Le ordenaré a los cocineros que preparen la cena”, dijo el gerente Weiss.

“Muy bien, has trabajado duro”, dijo Simon. Luego entró en la villa cargando a su hijo con un brazo y sosteniendo la mano de Sharon con su mano libre.

“Papi, bájame. Quiero caminar por mi cuenta”, dijo Sebastian. Él quería jugar en la isla.

“Está bien, no te pierdas”, dijo Simon mientras lo bajaba.

Sharon no había dejado de mirar sus alrededores desde el momento en que llegaron a la isla. La vista de ese lugar era demasiado bonita.

“¿No has visto lo suficiente?”, preguntó Simon mientras se acercaba más al oído de Sharon con diversión.

“Creo que suena bien”.

“Muy bien. A partir de hoy, esta será la Isla del Aprecio. Podemos quedarnos aquí siempre que estemos libres en el futuro”, dijo Sharon. A ella realmente le gustaba este lugar.

La familia de tres se iba a alojar en una habitación. Riley tomó una habitación individual, ya que no quería quedarse en la misma habitación que Jim.

Sharon podía mirar el océano azul a través de la ventana del piso al techo en la sala de estar. La brisa del mar soplaba por las cortinas.

Simon la abrazó por detrás y le besó la oreja antes de decir: “Puedes ir a darte un baño. Bajaremos al restaurante para cenar más tarde”.

“De acuerdo”, dijo Sharon. Ella ya se sentía relajada desde su llegada e incluso dejó de pensar en todos sus problemas.

“¿Quieres que te acompañe?”, preguntó él con una sonrisa ambigua en sus labios.

“No es necesario. Cuida de Sebastian y no lo pierdas de vista”.

“No tienes que preocuparte. Esta isla está llena de mi gente. Habrá personas que lo cuidarán sin importar a dónde vaya”, dijo Simon. Él solo quería darse un baño con ella en ese instante.