Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 893

Desde la distancia, Tammy miró fríamente como los dos se despedían. Al ver la renuencia de Simon a separarse de Sharon, ¡no sintió otra cosa que un dolor punzante en su corazón! ¡¿Por qué no podía ser ella la mujer de su corazón?!

El coche se alejó mientras todos lo observaban. Mientras miraba a Sharon, el odio en los ojos de Tammy se tornaba cada vez más amargamente frío. Sharon se sorprendió un poco por la mirada de odio de Tammy. ¡En un abrir y cerrar de ojos, terminó siendo la enemiga en el amor de Tammy Chester!

“No le hagas caso. Simon se encargará de esto". Summer también había notado la expresión aterradora en el rostro de Tammy. Sharon frunció los labios sin decir nada. No era que no creyera en la capacidad de Simon, pero sabía muy bien lo difícil que sería para una mujer dejar atrás sus sentimientos. Además, ¿acaso una mujer tan distante como Tammy permitiría que alguien le hiciera daño y se saliera con la suya?

Una vez que el coche de Sharon se alejó, Simon le ordenó a uno de sus guardaespaldas que lo siguiera por detrás en otro coche para protegerlos.

Tammy caminó hacia él, y notó que todavía estaba mirando en dirección del coche. No pudo evitar decirle con un tono burlón: "Si tienes tantas dudas, ¿por qué no vas con ella?".

Simon la miró y dijo vagamente: "¿No fuíste tú quien dijo que si iba con ella, todos aquí morirían?".

Decidió quedarse no solo porque tenía una cuenta que saldar con Tammy, sino también con Trevor y Gerald. ¿Cómo podría dejar ir al padre y al hijo de la familia Chester? Uno de ellos había intentado, de forma inútil, hacerle algo horrible a Sharon, mientras que el otro envió asesinos para matarla.

"¿Así que solo te quedas atrás porque tienes miedo de que la ataque de nuevo?". ¿Entonces estaba haciendo esto para proteger a Sharon? Desde que Tammy lo vio a él y a Sharon besándose de una manera tan apasionada, entendió muy bien que ya no había forma de que ella pudiera ocupar un lugar en el corazón de él. Aun así... tenía que atrapar a esta persona, ¡incluso si no podía tener su corazón! "No tienes que quedarte aquí y vigilarme. Igual estaba dispuesta a dejarla ir, no le haré nada más". Pero su rostro se veía hosco, y su voz sonaba fría.