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Esta era la primera vez que la secretaria oía a Eugene hablar con una voz tan fría, por lo que no pudo evitar sorprenderse. Dudó un momento antes de recordar lo que quería decir.
“Presidente Eugene... la celebridad femenina, Fern, quiere verle”.
El nombre artístico de Fern no tenía incluído su apellido, así que todo el mundo simplemente la llamaba Fern. Esto molestaba a Eugene. Hombres y mujeres por igual la llamaban Fern. ¡¿No sonaba eso demasiado íntimo?! Mientras tanto, como su hombre, ¡él no podía llamarla así!
Ella llegó a buscarlo de inmediato. ¡Él acababa de conseguir su contrato y ella ya estaba allí!
La mirada de Eugene se ensombreció mientras decía: “Dile que ahora estoy muy ocupado. Que espere”. ¿Tenía ella derecho a verle solo porque quería?
La secretaria sintió que su jefe estaba actuando de forma extraña ese día. Él nunca había pedido a alguien que le esperara. Por lo general, se reunía con ellos o se negaba a hacerlo.
“De acuerdo, anotado”, dijo ella. Aunque no entendía el motivo, ella siguió las órdenes de su jefe y transmitió su mensaje a Fern.
Fern, quien seguía esperando en la recepción, había atraído la atención de muchos empleados. Algunos de ellos eran sus fanáticos, así que se acercaron a pedirle un autógrafo porque no podían reprimir su amor por ella. Fern estaba de mal humor en ese momento, pero no quería que los demás dijeran que era altanera, así que reprimió su enojo y les dio sus autógrafos. Aún era horario de trabajo, así que ellos no se atrevieron a comportarse de forma demasiado imprudente y alejarse de sus escritorios durante mucho tiempo solo para pedirle un autógrafo.
La recepcionista de la recepción recibió una llamada de la oficina del presidente. Ella entonces se dirigió a Fern con un tono de disculpa pero cortés: “El presidente Eugene está ocupado en este momento. Le ha pedido que lo espere en la sala de recepción”.
Fern no sabía si él de verdad estaba ocupado o no. Sin embargo, ¡lo vería ese día aunque tuviera que esperar!
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