Tener hijo con mi mejor amigo romance Capítulo 40

Resumo de Capítulo 40: Tener hijo con mi mejor amigo

Resumo do capítulo Capítulo 40 de Tener hijo con mi mejor amigo

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Punto de vista de Lexi

No podía calmarme en lo que llegábamos al auto para irnos de ahí. Kelly realmente me había sacado de mis casillas y odiaba ver cómo Pierce parecía afectado por haberla visto. ¿Qué carajos estaba pasando? ¡Ellos ya habían terminado! Pierce debía de estar de mi lado siempre, pasara lo que pasara, pero ni siquiera había podido defenderme de Kelly aquella vez en el hospital, solo se quedó callado mientras la miraba como un animal herido.

¡Era imposible que pudiera perder a Pierce por culpa de esa maldita!. Él era mío e iba a seguir siendo mío hasta el día de nuestra muerte. ¡Tenía que asegurarme de eso!

Miré a Pierce mientras empezaba a conducir en silencio. Lucía muy serio y sus ojos oscuros estaban fijos en el camino. ¿Pero qué carajo?

No iba a permitir que eso se quedara así.

"Kelly se veía muy feliz, ¿eh?". Dije mientras miraba su hermoso rostro, observando su reacción, pero él ni siquiera parpadeó. Permaneció en silencio mientras conducía y eso me irritaba aún más.

"Su prometido debe estar muy enamorado de ella. Apuesto a que tienen sexo todos los días. Parecía muy contenta", agregué mientras levantaba una ceja, todavía esperando a que reaccionara.

Me dio rabia cuando vi que Pierce apretó más fuerte el volante, apretó sus dientes y sus ojos se irritaron. ¡Mierda! Estaba realmente afectado y hacía lo imposible por disimularlo. ¡Que patético!

Tenía que provocarlo más hasta que admitiera lo que sentía. Necesitaba confrontarlo sobre sus estúpidos sentimientos por su ex esposa. Él se iba a casar conmigo muy pronto, así que debía asegurarme de que no hubiera ninguna otra mujer en su corazón. Él era mío y solo mío.

Acaricié su pierna. "¿Estás bien, cariño? No te sientas culpable. Tal vez la lastimaste en el pasado, pero ahora es feliz. Kelly está muy, muy feliz ahora...".

"Deja de... decir su nombre, Lexi". La frialdad en su voz me dejó estática.

¿Pero qué mierda? ¿Cómo se atrevía a hablarme así? ¡Era el colmo! ¿Así me iba a tratar cada vez que viera a la estúpida de Kelly? ¡Esa maldita perra!

"¿Sientes algo por ella, Pierce?". Pregunté muy molesta.

Volvió a apretar sus dientes y sus labios. Sus cejas se arrugaron y claramente ya estaba enojado. Pero me importaba un carajo ¡Yo también lo estaba!

"¿Sigues enamorado de tu ex esposa, Pierce? ¡Respóndeme!".

"Vamos a cenar con mis padres esta noche, Lexi. Por favor no empieces…".

"¡Tú ya lo empezaste, Pierce! Ahora contéstame honestamente. ¿Estás enamorado de ella?".

Sentí escalofríos cuando volteó a verme con ojos tan hostiles antes de volver a mirar la carretera.

"No te preocupes… conozco mis responsabilidades. No te decepcionaré mientras estemos comprometidos".

Lo miré a la cara, tratando de encontrar un engaño en sus ojos, pero parecía hablar muy en serio. Aun así, no había respondido si sentía algo por Kelly y eso era irritante, pero su seguridad de alguna manera me calmó.

"Señor. Carver, ¿me está escuchando?".

Levanté la cara y miré al hombre sentado frente a mí. Parecía muy enojado mientras yo lo miraba indiferente.

"Este acuerdo es importante, señor Carver. ¿Aún quiere llevar a cabo esta alianza?".

Me reí sarcásticamente y bebí del vino en mi copa. "Realmente no me gusta cuando alguien me presiona. ¿Acaso nadie se lo dijo?".

Uno de mis hombres entró en la sala de reunión, se acercó a mí y susurró. "Señor, la señorita Kelly fue secuestrada por un hombre no identificado".

Apreté la copa vacía en mi mano hasta que se quebró. La sangre empezó a escurrir de mi mano, pero me importaba un carajo. Lentamente levanté la cara y lo miré: "¿Qué carajo acabas de decir?".

"¡ja, ja,! Me impresiona lo eficientes que son sus hombres, señor Carver. Entonces, ¿en qué estábamos? Ah, claro, supongo que ya se habrá dado cuenta. Va a aceptar el trato si quiere que su mujer aún respire para la hora de la cena. Y si no lo hace ya sabe lo que le pasará".

Incliné mi cabeza de un lado a otro lentamente. Apreté los dientes con fuerza y dejé caer lo que quedaba de la copa. Tomé el arma de uno de mis hombres y le disparé a la cabeza de aquel hombre frente a mí.

"Nadie me amenaza así y vive para contarlo, hijo de perra", susurré mientras observaba el humo que salía del arma.

Si alguien se atrevía a tocarle un solo cabello, lo perseguiría hasta en el infierno.

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